De: "8 Cuentos Octogonales"
Editorial Nueva Impresora. Paraná. 1966
El diente de
cocodrilo
-Trate de recordar. Todos los
datos sobre la vida de ellos nos interesan.
-Me resulta un tanto
difícil...
-¡Pero es importante!
-insistió el otro hombre-. Tengo entendido que fue usted el
mejor amigo que ellos tuvieron.
El individuo sentado junto al
escritorio se movió nervioso en su silla. Se pasó la mano
derecha por la cara, inquieto, excitado, como si estuviera
transpirando electricidad por cada uno de los poros de su
piel.
-Encontramos esto sobre el
piso -y le alcanzó un objeto de metal dorado, que tenía la
forma de un colmillo.
El interpelado lo tomó para
observarlo sobre la palma de su mano derecha.
-El diente de cocodrilo...
-¿Diente de cocodrilo? Eso me
suena como un cuadro de esos modernos.
-No es tan extraño como
parece. Todo es sencillo cuando uno puede explicar las
cosas.
-A ver, a ver...
Ella se reclinó mimosa sobre
su pecho. El hizo juguetear los dedos entre sus cabellos.
-Tengo un regalito para vos.
Ella levantó la cabeza de su
almohada humana. -¿Regalito?
-Ahá.
-¿Me dejás adivinar?
-Bueno.
-¿De qué es?
-De metal.
-¿Dorado?
-Caliente...
-¡Oro!
-¡Fuego!
-¿Un anillo?
-Frio...
-¿Una pulsera?
-Más frio.
-¿Alguna cosa de forma rara?
-Tibio.
-¡Ay, no sé! Ayúdame un
poquito.
-Es un dije. Jorge consiguió
que me lo hiciera un joyero amigo.
-¿Te das por vencida?
-Sí.
El hombre extendió su mano
hasta la mesa de luz y volvió con un objeto dorado.
Ella lo tomó entre los dedos,
haciéndolo girar. -Parece un colmillo o algo así...
-Tonta. ¡Es un diente de
cocodrilo!
-¡Un diente de cocodrilo!
Gracias, querido -dos lágrimas de dicha asomaron a sus
ojos-. Significa tanto para nosotros...
-¿Recordarás siempre este
instante?
-¡Uno de los más dichosos de
nuestra luna de miel!
-¡Pronto, bésame fuerte!
-Fíjese. ¿Así que fue usted
quien hizo hacer este diente?
-Efectivamente.
-¿Qué significado tenía?
-Bueno, hay cosas muy íntimas
en la vida de todo matrimonio.
-Ya sé, pero alguna idea que
se haya hecho.
-Tal vez como símbolo del amor
v la fidelidad.
-¿Ella era muy celosa?
-Celosísima.
-Siempre creeré en el diente
de cocodrilo.
-Yo también.
Ella miró hacia el cielo. Un
avión que pasó a escasa altura produjo un revuelo de pájaros
asustados.
-¿De veras?
-De verdad.
-¿No me engañarás después de
casados?
-No, supongo que no. ¿Por qué
habría de hacerlo?
-¿Seguro?
-Querida, ¿por qué dudas de
mí?
-Tengo miedo. Te quiero tanto
que la presencia de otra mujer en nuestra vida sería para mí
algo inhumano…
-¿Inhumano?
-Sí. Una mujer que hiciera lo
mismo que yo en nuestra existencia, pero que no fuera yo. Y
tú seguirías siendo igual que siempre.
-Entonces no serías tú, sino
una muñeca mecánica, un maniquí o, que sé yo, una paloma de
acero.
-¡Te estás burlando!
-No.
-No sé. Pero quiero decírtelo
otra vez. Tengo miedo. Mi padre engañó a mi madre. Ella
nunca pudo perdonarlo, pero continuaron viviendo juntos,
llevando ella una existencia infeliz. Yo no podría
resistirlo. Me asustaría. Quedaría ciega y sorda ante ti
-hizo una pausa-. Vistes como revolotearon asustados los
pájaros cuando apareció el avión. Un pájaro de acero, sin
corazón, sin sangre, sin vida humana. Atruena el aire a su
paso. Es algo que les asusta por no pertenecer a su vida.
Puede ser una paloma de acero y yo la de carne y hueso.
-Pobrecita -la besó con
ternura-. Ahora te comprendo. Quieres decir….
Le cortó la frase colocándole
la mano sobre los labios.
-No. No me interesa saberlo,
sino es posible que te lo vuelva a decir...
-¡Qué cosa rara es la mujer!
-¡El diablo sólo entiende lo
que es la mujer; yo no la entiendo".
-Muy bien dicho, señor.
-No es mío, lo dijo
Dostoiewski.
-¿”Dostoici"? La primera vez
que lo oigo nombrar -se sonrío-. Por el nombre parecería
comunista.
¿Por qué lo hiciste? Hubiera
querido estar cerca de ustedes, para ayudarles. Él te
amaba...
"Es la vida la que nos ha
hecho así, que todas las cosas adquieran mayor intensidad
cuando ocurren en sitios tan comunes a nosotros. ¿ Está
bien lo que dije? Creo que sí. Como ser esta noche en que
nos encontramos aquí, en nuestro dormitorio, con la ventana
al río y la luna. Mi querido esposo duerme. ¿O no... ?
Querido, sé que estarás muy cansado, pero quisiera hablar un
poquito con vos. Sólo un ratito... ¿No me contestas...?
Bueno, no es necesario que me contestes, no te muevas
siquiera. Te hablaré así, dormitando, como te encuentras,
un poco entre sueño. Lo único que te pido es que me
escuches. Necesito volcarme en ti, desahogarme, las palabras
se me agolpan aquí... ves... hasta parece que se me ha
agrandado la garganta y terminaré por ahogarme, en cualquier
momento, cuando menos lo espere... y lo desee. .. Está
sonando el teléfono. .. un instante, voy a atender….
Hola... ¿con quién? … sí. .. ¿qué deseaba?... le rogaría
que lo llamara mañana... sí... hoy le será imposible
atenderlo... bien... se lo diré... Adiós, señor... mucho
gusto... Era Vigliochini. Creo que puede esperar con sus
contratos, bastante te has sacrificado por él. Me indigna
pensar que no te dejan en paz ni siquiera en un día como
hoy... ¿ Te das cuenta lo que significa cumplir el primer
aniversario de casados… ? ¿Me dejás que te dé un beso...?
¿Te gustó...? Parece que todo hubiera ocurrido ayer. ..
Pero... ¿tienes mucho sueño, niño mío...? Pobrecito, has
trabajado mucho últimamente. Anoche, por ejemplo, no
pudiste venir temprano a causa del trabajo, yo te esperaba y
esperaba... Si yo hubiera sido celosa podría haber pensado
que tú... ¿eh, qué me dices...? ¿Verdad? ¡Pero tiene la
suerte que no lo soy!".
-Al parecer se encontraban los
dos solos en la casa.
-Ella le había dado franco a
la sirvienta.
-¿Por qué?
-Cumplían el primer
aniversario de casados y supongo que habrán querido pasarlo
lo más solo posible. -¿A usted tampoco lo invitaron?
-No.
-Y eso que fue el padrino de
la boda.
-¿Usted es casado?
-Sí, señor. Hace diez años y
tenemos cuatro chicos.
-¿Cuándo cumplió el primer año
de matrimonio, invitó al padrino o a familiares a cenar?
-No. Tiene razón -se sonrió al
evocar la fecha-. La pasamos solos. María, María es mi
señora, hizo una comida de puras cosas que me gustan y, mire
usted lo que son las cosas, de romántica que es mi mujer
hasta puso unas velas en la mesa. ¡Qué plato! Claro que
ahora han pasado diez años y con los chicos ya no podemos
hacer esas cosas. Pero, perdóneme señor, son cositas que
vienen en la conversación, pero que no tienen nada que ver
con el caso.
-Así es, pero...
-Volviendo al asunto: ¿usted,
ese día no los vio?
-No. Les mandé un ramo de
flores...
"¿Viste querido, qué hermosas
están las flores que nos mandó Jorge...? ¿Dónde estábamos
cuando sonó el teléfono? A ver... sí… quería hablarte de
estos recuerdos que tengo conmigo, que viven conmigo...
¿Recuerdas hace cuatro años? Era una de esas tardes del
otoño entrerriano que desearíamos que fueran eternas. . .
como extraídas de aquel paraíso que tanto añoramos sin
haberlo podido conocer. . . Recuerdo que en aquella
oportunidad había llovido la noche anterior y por la
mañana, un viento madrugador había secado el suelo. Las
gramillas y todo lo verde de la naturaleza parecían
esmaltados por lo brillante. Yo me había dejado caer sobre
aquella alfombra natural para hacer mío el aroma de ese
lecho fresco. Miraba el cielo de cara hacia arriba, como
ahora, pero entonces veía el trazo que hacían los pájaros
sobre el juguete blanco de las nubes y el ensueño azul del
firmamento... ¿Me oís...? Tenía conciencia de la vida porque
la sentía en mí, una sensación de gloria que no te podría
explicar y que tenía además gusto al amor... ¿Viste qué
difícil resulta definir las cosas simples? Muchas veces he
querido definir una música, el color azulo la suavidad
negra del terciopelo. No he podido... En nosotros sólo está
compararlo con esto o con aquello, pero lo sentimos tan
adentro... ".
-Sobre el piso encontramos un
cigarrillo que tenía señales de lápiz labial. Pero se veía
que lo habían encendido y apagado de inmediato.
-El no fumaba.
-Pero ella sí.
-Lo hacía a escondidas, para
no disgustarlo.
-¿Qué razones tenía?
-Creo que él tenía sobre sí el
complejo relacionado con la muerte del padre. Falleció a
consecuencia de un cáncer en los pulmones, provocado por el
cigarrillo. Un tumor maligno originado por la nicotina.
-Ahá. La verdad que es una
porquería fumar -miró el rubio que sostenía entre los
dedos-. Una verdadera porquería y para peor cada día más
caros.
Lo apagó, apretándolo contra
el piso del cenicero.
"¿Me dejás fumar un
cigarrillo...? A ver... lo voy a encender... ya está.
Bueno, si te disgusta lo apago y listo. Siempre me dices
que no quisieras que yo muriera de cáncer. Ya ves, le di una
sola pitadita. .. Volviendo a aquel día de otoño en ese
diálogo con la vida, no había nombrado al amor del
hombre... pero me faltaba... lo necesitaba para completar
esa sensación. .. Entonces apareciste vos. Abogado, recién
recibido, con medalla de oro, viaje de estudios a Europa...
Yo ya te conocía de vista... y creo que tú también...
¿Verdad que sí...? Habías salido a pasear. Te sentaste y me
conquistaste con la cosa más graciosa que había oído en mi
vida. Me dijiste: A usted se le acaba de caer el diente
de cocodrilo. Yo te miré asombrada. No sabía qué hacer;
no me habían insultado y si se trataba de un piropo, no lo
entendía… Así con la sorpresa, ganaste tu primer juicio y
como jurado me convenciste al decirme después: No se
asombre. ¿O no sabía usted que los cocodrilos mientras están
dentro del huevo tienen un diente para poder asomarse a la
vida, rompiendo el cascarón? Luego ese diente se les cae.
Con usted pasó lo mismo, rompió para mí su cascarón y dejó
salir toda su hermosura... Luego nos sonreímos sin decir
más palabras, después... en lugar de nubes, azul y pájaros,
vi tus ojos y sentí tus labios sobre los míos... Nunca pensé
que todo resultaría tan simple. Quizás en esa sencillez haya
radicado toda la belleza. Hasta me dan ganas de llorar al
evocar esos instantes... No me mirés las lágrimas, por
favor”.
-Sabemos que poco después de
las nueve una amiga le llamó por teléfono.
-¿Después de las veintiuna?
-Sí, eso quise decir, las
veintiuna; después de las nueve de la noche.
-¿Supongo que ya saben también
quién llamó?
-Así es.
-¿A qué viene, entonces, tanto
misterio?
El otro carraspeó un poco
molesto porque no había logrado imponerse a la persona que
tenía enfrente.
-Llamó Susana Reynaldi
-manifestó finalmente.
-Así que Susana...
-¿La conocía?
-Sí, fue amiga de ella y la
traté en algunas ocasiones -y preguntó a su vez: -¿Cómo
lograron averiguarlo?
La pregunta quedó suspendida
una fracción de minuto.
-Bueno, la verdad que ella
misma nos llamó para informarnos -ante un leve gesto de
burla del otro, agregó rápidamente-: Caso contrario igual
nos habríamos enterado a la larga.
-¿Dijo algo interesante?
-Cuando atendió le dio la
impresión que su voz estaba cargada de lágrimas...
"Otra vez el teléfono. Mandé
la chica a su casa para que pudiéramos estar solo veste
aparato… Hola... ah, sí. . . cómo estás querida Susana… sí,
sí… te escucho... bien, te oigo perfectamente... ¿cómo? ...
Pero quién te ha contado ese disparate. .. ¡Desde luego que
no... ! Estamos lo más bien... sí, sí… no te preocupes ...
pierde cuidado... desde luego, te avisaré... no, mañana no.
Si. .. Debes comprender que se trata de una noche especial
para nosotros... comprendo, no tiene importancia. .. Llámame
mañana sin falta... bien, hasta mañana querida, gracias...
¡Víbora! Te das cuenta querido. Estas son mis amigas.
Habrase visto a la gente... ¡Qué gusto de difamar...! Como
si uno de nosotros... ¡Somos tan felices...! Pero tan
felices... Vieras cómo me alivian estas lágrimas... Te
repito que no soy celosa... te juro que no soy celosa. Si
me creés te pido que me perdonés ... querido, por favor no
te quedés más en silencio, haceme escuchar tu voz...
Solamente tu perdón, nada más que eso. .. ¡HABLAME....! Oh,
esto es terrible! Decime que he soñado sobre esa otra
mujer... pero... ¡TU YA NO DUERMES…! ¡¡¡QUERIDO…!!! Querido,
es nuestro aniversario de bodas... te lo imploro, no quiero
estar sin tí, sin tu voz, sin tus caricias, sin… pero, ahí
entre tus zapatos… ese revólver caído... quiere… quiere
decir que no he soñado. ¡QUERIDO…! ¡CONTESTAME…! Dejame
moverte, tú estás dormido, nada más... No... no puede ser.
.. ¡Susana y todas ellas han mentido! Tú no me engañas. ..
Yo no soy celosa, no lo soy de verdad... Nunca me dijistes
que me dejarías, que ya no era tu diente de cocodrilo...
Pero lo soy... está por acá... en el cajón de la mesa de
luz... ¡Aquí está! ¿Lo ves…? Siempre cerca mío... pero, si
seré estúpida... lo voy a llamar a Jorge… él es médico...
eso es, que venga Jorge ... solucionará todo, pobre Jorge…
te salvará y volveremos a ser felices, ya verás".
-¿Cuándo ella lo llamó, usted
la notó muy nerviosa?
-Quisiera no acordarme de
ello, se lo digo sinceramente.
-Lo siento, doctor. Pero es
importante para nosotros...
-Y para mí, ¿qué es?
Se contuvo. El otro no tenía
la culpa. Existía un problema y había que buscar la
solución. El era parte de los hechos y por eso es encontraba
ahí.
-Sí, comprendemos... -y la
justificación salió con olor a rutina.
-Ella confió demasiado en mí.
Creía ciegamente en mí, tal vez más que en su marido y
fíjese, cosa curiosa, había despertado en él igual
sentimiento. A veces sucedía que ambos, por separado, me
consultaban sobre un mismo problema y tenía que oficiar de
mediador.
-¿ Y cuándo ella lo llamó esa
noche...?
-Cuando me llamó por
teléfono...
"A ver… voy a marcar el número
de Jorge… y tres... listo…! Dios quiera que lo encuentre...
sigue llamando… Hola, ¿Jorge...? Soy yo... sí, creo que es
grave ... sí, algo ha pasado. . . por favor, vení cuanto
antes… no puedo explicarte por teléfono… sí, yo estoy bien…
sí, si, tomé los calmantes… apurate, por amor a Dios…! Hasta
luego... Vendrá, querido, te salvará y luego nos iremos al
campo o tal vez nos cambiemos a otra ciudad... haremos una
casa a nuestro gusto desde el primer ladrillo, ya verás...
¿Y si no fuera así…? ¡TÚ ESTAS MUERTO…! Estás muerto... y yo
estoy viva... y yo estoy viva... si tomé los calmantes...
Jorge me pregunt si tomé los calmantes... y los puedo tomar
porque estoy viva... los tomaré a todos de una vez. .. son
calmantes… a ver... en este vaso uno… dos... tres... cuatro
... cinco... seis... siete… ocho… no hay más. .. ¡Qué gusto
horrible...! Siento una gran pesadez... me duele el
estómago... que esto termine pronto. Dios mío... Me
recostaré a tu lado... Estás frío, querido. ¿No ves
aquellas nubes? Mirá cómo brincan las golondrinas de algodón
en algodón... Creo que he perdido mi diente de cocodrilo. ..
¿Le dirás a Jorge que haga hacer otro...? Me parece que me
voy a dormir... qué gusto horrible en la boca... y mi
estómago se sacude... ya estoy viendo otra vez el sol... ".
-¿No hubo nada que hacer,
verdad?
-No pude hacerla reaccionar.
-¿Qué hizo usted entonces?
-Los cubrí y los llamé a
ustedes y salí a la calle a esperarlos.
El policía se levantó de su
asiento.
-Muchas gracias, doctor. Para
usted ha sido un trago muy amargo. Daré la orden para que
puedan retirar los cuerpos de su hermana y su cuñado.
Perdone la demora, pero los superiores…
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