Programa
Identidad Entrerriana. Gualeguaychú. 2009
La batuta
El 18 de octubre del año 2008,
el Teatro "3 de Febrero" de Paraná celebró su primer siglo
de vida, luego que del año 2004 al 2007, el actor y director
teatral, Rubén Clavenzani cumpliera una excelente gestión
como director de ese coliseo y que fuera reconocido en el
plano local y nacional.
Pero lo que queremos contar en
esta oportunidad es lo que sucedió cuando este teatro
celebró sus bodas de plata en 1933, acontecimiento que
motivó que se constituyera con la anticipación debida, una
comisión encargada de programar y organizar una función de
gala para dicha fecha.
Para esa época estaba prevista
la actuación en el Teatro Colón, de Buenos Aires, de la
Filarmónica de Londres, bajo la batuta del insigne maestro
John Peter Carpenter, y en el seno de la comisión nació la
idea de aprovechar su estadía en el país y lograr que diera
un concierto en Paraná. Hablaron con el intendente en ese
período, Francisco Bertozzi, y éste a su vez interesó en el
tema al Gobernador de Entre Ríos, doctor Luis L. Etchevehere,
a quien le gustó la idea y como las cosas siempre se mueven
de acuerdo a las influencias que se tengan, aparte del
contacto con las autoridades del Teatro Colón, el Gobernador
le pidió apoyo al presidente Agustín P. Justo y después de
semejante cadena de influencias. pudo concretarse la venida
de la importante orquesta y su no menos importante director.
No fue tarea fácil encarar el
traslado de la Filarmónica; no solo se trataba de sus
integrantes, sino también de los instrumentos musicales,
todo lo cual se iba a realizar vía ferrocarril, para que
pudieran llegar unos días antes para poder realizar los
ensayos, porque el maestro Carpenter era muy cuidadoso y
tenía una particularidad, dirigía con una batuta de acero
inoxidable que le había regalado su padre y. para la cual.
había hecho coser un bolsillo especial en su sobretodo y lo
mencionamos porque tiene su importancia, como se verá más
adelante.
Luego de un agotador viaje.
debido a una demora suscitada en el cruce con la balsa en
Zárate-Brazo Largo, los músicos arribaron a Paraná el día 12
de octubre y luego de un reparador descanso al día
siguiente, el 14 realizaron el primer ensayo.
El maestro Carpenter ponderó
la sala del Teatro "3 de Febrero", sobre todo por su
excelente acústica y la eficiencia de utileros y
tramoyistas, lo que no comprendía era por qué chupaban por
un cañita el agua caliente, luego supo por su asistente y
traductor que se trataba de una infusión tradicional llamada
mate, incluso la llegó a probar con cierto temor, porque
consideró que no era higiénico que pasara por tantas bocas.
Para no extenderme, sin
problemas se llegó a la noche de la función, el teatro
lleno, las autoridades presentes, el maestro cambiado en su
camarín, le pidió a su asistente que le alcance la batuta
que estaba en el bolsillo del abrigo, pero la misma no
estaba en su lugar. El maestro Carpenter dijo que sin su
batuta no iba a dirigir, trataron de convencerlo, pero él se
mantuvo firme en su postura. En una de esas, el asistente
observó a uno de los utileros, un tal Epucemo Billard, que
tomaba mate con una bombilla larga, derecha y finita, que
después se supo que se la había regalado un joven poeta
amigo suyo, un tal Juan L. Ortiz. Ni lerdo ni perezoso,
porque el tiempo apremiaba, le pidió el mate y éste sin
saber de qué se trataba se lo dio.
Mate en mano, el asistente se
fue al camarín, y en el trayecto sacó la bombilla del
interior de la calabacita, la sacudió, la secó con su
pañuelo y se la entregó al director. - Maestro, dirija con
esto, no podemos suspender la función, por favor.
El maestro Carpenter miró la
bombilla, la tomó en sus manos, mientras el asistente lo
empujaba hacia el escenario.
- Yo mientras tanto, busco la
suya.
El músico no sabía qué hacer,
estaba en el escenario cuando levantaron el telón y los
aplausos atronaron la sala. No le quedó otro remedio que
subir a la tarima y arrancar con la Quinta Sinfonía de
Beethoven.
El asistente regresó al
camarín, volvió a revisar el abrigo de su jefe y en el ruedo
de la vestimenta estaba la batuta, que había perforado el
bolsillo y había quedado alojada entre la tela y el forro.
Radiante, batuta en mano, salió al pasillo para encontrarse
con un enojado Epucemo Billard.
- Devuélvame la bombilla y el
mate -le dijo enojado.
- El maestro está dirigiendo
con su bombilla. Cuando baje el telón hacemos el cambio.
Terminó la Quinta Sinfonía y
bajaron el telón, fue entonces cuando Epucemo Billard le
sacó la bombilla de la mano al asistente y se metió en el
escenario Y, por señas, pidió el cambio de batuta por la
bombilla; cuando vio su batuta el maestro fue a su encuentro
y, en eso, levantaron otra vez el telón para que director y
músicos saludaran, entonces Carpenter le puso la mano en el
hombro al utilero, sacudiendo la cabeza en agradecimiento.
Por supuesto que el público no entendía nada, pero igual
aplaudía, ante un sonriente director y un desconcertado
utilero.
Cuenta la historia que Epucemo
Billard a cada uno que le servía un mate le relataba la
importancia de su bombilla, de su origen y que sirvió para
dirigir la Sinfónica de Londres.
(Adolfo Argentino Golz :: Voz
en audio Lic. Roberto Romani :: Publicado en el mensuario
LAR La agrícola regional de Crespo. E.Ríos. marzo de 2009)
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