Los incaicos amautas enseñaban
que los dioses viajeros
los destinos del pueblo revelaron
con las voces del viento
en el misterio de los remolinos
que danzan en las piedras.
En las vastas arenas desoladas
vecinas al Mar Muerto
ascéticos varones
que sólo agua bebían
oyeron al Maestro de Justicia
anunciar la cercana
victoria de los hijos de la luz…
Al pastor fugitivo
de la lengua quemada por las brasas
le señaló un camino
y le nombró un país de maravillas
la Voz del Inefable que le hablaba
desde la zarza ardiente…
-Y a nosotros, ¿por qué
nadie nos habla?
el hombre preguntó
con la mirada en las estrellas últimas.
Lo ignora el alba
que comienza a asperjar sobre las hojas
su sosegada lluvia
de pétalos translúcidos.