I
Como un jirón de tragedia
llevo en el alma vencida
todo el dolor de mi vida
y el asco de su comedia.
Eternamente me asedia
una visión inquerida
y soy la sombra perdida
de un juglar de la Edad Media.
A veces entre mis manos
como diamantes divinos
tiemblan los astros lejanos,
y en mis sueños peregrinos
hay balcones florentinos
y nocturnos venecianos.
II
Allá en un tiempo distante,
no sé en qué tierra ignorada,
tuve rodela y espada
y fuí caballero andante…
O fuí monje mendicante
de una orden olvidada,
que hizo una absurda jornada
hacia los cielos de Dante…
Pero ahora sólo sé
que en el gótico interior
donde mis sueños até,
monje, juglar o señor,
vengo a quemarme en tu amor
para morir en mi fe.