“Uno no se puede vanagloriar de amar a una mujer
en vez de otra. Se jactará, cuando mucho, de tratar-
la con honestidad y limpieza.”
C. Pavese
Yo era en el mediodía
el que comprendía
a los que sufren aquí mismo. Imagínense
del invierno qué puede decirse
cuando las horas una a una son doce
no está el padre
a veces tampoco hay madre
esquivos hijos solamente
con leal hermana mayor
dándole vueltas a la presunta sopa
y el chiquito meándose en la tierra
fría ya
húmeda de lluvias
yo entonces me avergonzaba, me iba
comprendía que uno no puede estar
en todas partes –creo que así decías-
como el grito de la vida concreta.
Con lo profundo del cielo sobre tu cabeza
quién sabe donde estarás Raquel
fresca y alta
con los diez doce años de tus pechos
donde cabía todo el latido del mar.
Ahora no lo comprendo más
ni puedo llamar a eso amor
ni quedarme parado escondido
ni irme de nada.
Por el infinito cansancio del invierno
por el hambre volando
buscando los colores
me ilumino de esta pelea
como un emblema del amanecer
que restituirá a tus manos
aquella muñeca que no alcanzaste
cuando reír
aún era fácil.