I
Mi maestro en este octubre
(de tardes cortísimas
ya sin tiempo para
mates y tiernas lecturas)
decía
el amor es un momento
con la tentación de lo absoluto
pese a ser
invisible, intemible, absurdo.
Es la astucia utilizada
para recuperarnos
de lo que se propone o se muere
con nosotros
al azar de estas ramas
que el mismo fuego
encenderá y consumirá.
II
Sobre esto
sé muy poco que ya no fuera escrito
o dicho en vino a las tres de una mañana.
Tiene sus exigencias, Ella, sus memorias
las oscilaciones entre una luna redonda solitaria
metida en lo que estamos tramando
y este ómnibus saludo cotidiano.
Entonces todo es curioso
encarnizado
detrás de las calles. A orillas de las vísceras
en esta comarca donde para amarte
no puedo ostentar otra cosa
que estas contradicciones donde el viento se deshace
exhausto
aunque sostenido
entre todos los errores
y este acierto de despertar asombrado.