LOS MÉTODOS

Había dejado de fumar. Y la literatura

ya no era más su oficio.

Gran conversador apurado también

gastando tragedia

era verlo

          vernos como hoy

tomar mates hablar.

Claro, las cosas cambiaron

por supuesto a mí entre otros aunque nunca

se sabe cuándo pero ocurre

uno está sobre un colectivo

o en el baño

o andando por ahí

y la comprobación cae: Ya no es lo mismo viejo.

Amigo

que me hablás despidiéndote de las trincheras

abandonás a las cosas hay que hacerlas

antes que el corazón baje la guardia

repitiendo a veces: Las mujeres de la bur

guesía son fungibles

además que querés en este país no pasa nada

escombros acumulados

en los nuevos años infames.

Quien desiste es el poeta augural de las traiciones

su triste recuento

después viene el olvido

raramente aman un parque

abocados a esta antesala de la tierra

la ciudad con fenicios

le ilumina los rincones

lo asalta con recuerdos

y nunca nos será concedido un emblema

que nos reconcilie con lo eterno.

Viste? Viste?

Ahora resulta que no sabemos para qué vivimos.

Ahora es una pálida envoltura.

En mi país no se hacen preguntas a un hombre conmovido

Las “Historias” dicen

que nunca hubo vencidos ni vencedores

sólo fueron cuestiones del momento.

En mi país se dan las gracias.

La poesía ya soplaba donde quería

cuando hubo una puesta de sol en España

el despotismo ilustrado.

Pero antes todavía

aún en ocasión de la hegemonía española

hacia fines del siglo quince después de nuestro Señor

ya por aquí habíanse dado en vivir

los comechingones y sanabirones

diaguitas, huarpes, atacamas, tonocotes y lules

con los tehuelches, matacos, pampas

los patriotas guaraníes

y los primeros invasores imperialistas racistas araucanos

después ladrones de caballos.

Aunque desconocido en estas playas

el método no provocó grandes discusiones

no tenían casi a quién traicionar.

 

 

El plural de Rafael probablemente

fue uno de nuestros primeros habitantes

pero nadie le procuró un pincel

ni su genio siquiera

y lo más triste pobre tipo

no existían poderosos ideales

cuya glorificación se le encomendara.

 

 

El gran Forzador del estado

que solía gustar de la “dulzura de la libertad”

al tiempo denostaba el libre cambio

y cayó al mar ahogado por las penas del porvenir.

Sin proponérselo arrojó el tema

a nuestras interminables mesas redondas

bautizó impecables profesores

profesadores de la tal libertad

encuadernó gruesos volúmenes

diríase: nos dio cuerda para rato.

En esta turbulencia nos hemos mezclado

a estas centurias estamos unidos

como al método original

de las traiciones al país: La asfixia.

Ahora mismo estamos palideciendo asfixiados

admirando

                como si todo fuera poco

en inocente victoria

como nuestros hombres de facón envainado

y de alguna manera libres

son comprados por turbios traficantes

y los hacen sus siervos, aunque puedan

marchar por calles extrañas y adquirir un palacio

vinos y adolescentes.