MI PAÍS

Ah mi país

mi nuevo país

mi reciente país

ni pobre ni pequeño

mi contradictorio país

pocas veces vengado

tantas vendido

tantas humillado

 

tal vez

 

          ahora

 

en la mirada

sólo nos pesa el porvenir.

 

Mas mantengamos

la esperanza

en los días que vienen

en este acecho

en este devenir

lenta disipación

de tantas pesadillas.

 

Tendidos

 

          no resignados

 

frente a las continuas ráfagas

del poder vacuno

esa astuta maraña

hasta convertir en imprevisible

nuestra fragilísima libertad.

 

Oh mi país

 

                    el discurso de los años

 

los anales del descubrimiento

Américo Vespucio que salió

a hacer navegación del occidente

y Solís a  quien sobrevino una tormenta

-justamente comido-

no acertado el puerto conveniente

y Magallanes mortificando al indio

que de puro coraje murió

y Alvar Nuñez

con sus cataratas de heroísmo.

 

Ahora pretendemos

 

                    humildemente

 

acercarnos al trofeo de los homenajes

más allá, todavía,

del nivel de los latidos

como procurando la certeza

de la vibrante empuñadura

capaz de asumir tu defensa

de distinguir al enemigo

de una vez por todas pedirle cuentas

en el minuto del azul

con el blanco del verano

sus frutos estallados.

 

Se trata de no quemar nuestra sombra

en fogatas extranjeras

oh mi país

pequeños hilos de los ríos

arenitas de mi país

basta de halagar

basta de siervos o inseguros.

 

Esta vaga aspiración de ser

se une a esos destellos originales

de una memoria y espera

de los que se amaron

desplegando las hebras

de la barbarie y el amor.

 

Cómo, entonces, ahora

no recurrir a todos los tañidos?

 

Los años tienen fondo

la federación de las voces lo proclama

el sol agropecuario indica

la aglomeración de las furias

 

                                                  contra

 

la puta cosa furtiva que llega

penetra en nuestras localidades

y se hace dueña

contra las criaturas

que gritan, aún, contra el olvido.

 

Hagamos lo que sea necesario

la paz o la guerra

pero con alegría

aunque palideciendo a la deriva

en ese estado de infancia

la frescura permanente

cierta ingenua humildad

donde Ella accede

y el hombre la encuentra.