El amor a ciertos nombres
lucha o aventura
la medida de nuestra vibración
todo lo que permanece
describiéndolos, describiéndome
en la conjetura de los días
donde al borde del agua centellante
renace una mujer pensativa
donde amamos y fuimos amados
logramos tamaño
hasta abordar la palabra
como el único vehículo
bajo un celeste solícito
en el desasimiento de la calma
viaje hacia todas las cuerdas
afinándose
en los oídos de los esperanzados.
Ese tronco del árbol caído contratado
florecerá una mañana
hasta representar
los luminosos papeles del viento
una insomne espera
que la luz de los invernaderos
no destruirá
porque yace desde el futuro
desde las altas ventanas
donde las miradas
son ciertas y visibles.
El ruido de nuestras noches
no está vacante
ahora que oprime la corrupción
respiramos como árboles
mojarras de los sauces
trepidantes de luna
ningún vasto río
claro, claro
los de la provincia de los ríos
pasará entre nuestros dedos
sin que bebamos sus secretos
las curvas de la incertidumbre
el entredicho del espinel
la suerte del pescador
la leche de sus hijos
el calcio ausente
los dientes que faltan.
Embriagados desde antiguo
por el desamparo
reprimidos, disueltos, maltrechos
como el signo de otra órbita
con este roce exterior
que espera
la revolución o la muerte.