Al final fueron nuestras.
Políticamente nuestras.
Pero créaseme, el destino
es mostrarlas
repartidas al viento.
Todo luce aquí
como las sedas imposibles
en una paz
que se entiende con el cielo.
Todo está
para el reclamo amigo
hasta el agua maternal
el blando pecho de los sauces
los humildes cauces,
que ni nombre piden
pero descienden tenues
sobre la verde alfombra.
Es así.
Como el viejo del rancho
como el gurí sin dientes,
también son nuestros.
Ibicuy (e/ríos) - 1975