LA PAREJA REBELDE

 
La excitación de nuestros ojos rompió el silencio y la locura se cayó al pre­cipicio de la nada.
Qué lindo es encontrarse en un lugar sin tiempo ni edad.
Se fueron las sequías de nuestro paladar y volamos perdidos sobre viejos estigmas, nos besamos bajo un puente y nos descubrimos sin hablar.
El sol secó ancianas lágrimas y nos contagiamos al abrir nuestras almas.
Los falsos amores ardían y no son más que ceniza inútil.
Pasamos por el cementerio de la ciudad y las almas nos saludaban con ca­lidez; que no se apague, porque va a enternecer el día.
Quiero ser pirómano de tu cuerpo y tu sangre, para besarte, porque calma.