CANCIÓN ANIMAL. POR DIEGO COLOMBA

¿Qué le pasa a la lengua que se contrae espasmódica en la trama fónica del poema? “Col”, “de setecientos pés”, “por supués”, “al aire lí”, “en esos docs”, “u tube”, “pa”. Sucede que rumbea hacia el límite orillero de carroñas donde pescan los cuervos, para quien tiene el oído atento: “Sonido a antena/ Sonido a tren que pasa/ y vibra/ en todo mi cerebro”. Y lo que se escucha es un argot, un slang amoroso e imposible, pura invención fraterna: “Toy re piltrafa, amigo/ moqueando, nada raro”. Entonces acento y sílaba coinciden en la descomposición de unidades más complejas (palabras, frases) que poseen significado: “este fermento de larga duración/ me hace rico/ y en el pico/ de abstinencia/ de venlafaxina/ estoy erguido en la ruina/ como los músicos”. La cuantificación métrica, la cualidad de los sonidos, las rimas y aliteraciones, los paralelismos sintácticos, los encabalgamientos corroen el sentido, urden una poética de la imperfección: “Te reuniste con el corte del verso/ hiciste de cada palabra una canción/ y con ella un corazón”. El acento no solo marca una diferencia entre las sílabas, también regula la entonación de la frase, una música más allá del ritmo y el metro. La música de Callero se urde entre chispazos, donde se frota la configuración tonal del verso (a partir del relieve particular de la penúltima sílaba) con la curva melódica que responde al sentido de la frase: “Hoy estuve bien, fui político, estoy/ contento con eso, pero los celos/ me destruyen, no me puedo/ rescatar, hago todas malas/ jugadas, me pierdo, quiero estar/ cerca pero me pongo lejos/ odio/ y quiero destruir/ lo que más quiero/ te quiero”. Como un animal que come con las orejas paradas, el sujeto poético sabe que es “El monstruo de la oscuridad”. Frágil, despojado (“arte y naturaleza, la clave afip/ para afirmar la propiedad/ Dice Rousseau, el puto más bueno/ y quejoso de la historia/ de las ideas/ «El primero que habiendo cercado/ un terreno y se ocupó de decir/ esto es mío, y encontró gentes/ lo bastante simples como para creerlo/ fue el verdadero fundador/ de la sociedad civil»)”, se aparta en sus recorridos de “todos los tontos que cotizan/ sus acres por ley”, de “Todos propietarios de terrenos en regla/ con casas amuralladas de espalda a la calle”, porque lo que se tiene es el territorio (el dominio del tener) y no la propiedad. Con esa única certeza, el poeta escribe para los lectores y también para los no lectores, en su lugar, no porque se vuelva vocero del pueblo, sino porque escribe en lugar de los que nunca lo harán: “Los chicos hacen los mandados/ aparecen lejos/ remontando de entre unos vapores/ otros al pedo tomando sol/ Narcos jóvenes del terraplén/ gente buena/ de familia y trabajo/ de 7 a 16 en el plomo/ de la construcción/ después un recreo con los gallos/ y los perros y los hijos/ la señora”. Callero lleva el lenguaje y la sintaxis a las lindes que separan las palabras de la animalidad, del grito, del canto: “Dejá que todo se desmadre (…) hasta que en el invierno/ se abra camino el cardo azul”.

 

Poemas de Soledad col

 

Raine

Kevin, amigo, estoy emocionado
¿Sabés por qué amibito?
Porque tus ojos son tan distintos
a todos los ojos que vi, inclusive de animal
que me pierdo, al punto de no querer ser
más yo, ni mundo, sólo vos, y esa armonía
donde la realidad se pierde en otra con olor
a plasticola –Narnia sintética, cuello de pelo
de león locura, de corazón así de tierno–
La otra vez, dormido
metí la nariz en un pliegue de tu brazo
y aparecí en un jardín oscuro
donde un zorro merodeaba unas calas
monogramadas con hilo de plata
una caligrafía muy fina, con letra de zurdo
que apenas empecé a leer se deshizo
con ese mismo hervor siniestro
que nos recuerda del sueño
para abandonarnos
en la almohada

 

Sólo para decirte

Toy re piltrafa, amigo
moqueando, nada raro,
solo un vacío en mi corazón
Hoy estuve bien, fui político, estoy
contento con eso, pero los celos
me destruyen, no me puedo
rescatar, hago todas malas
jugadas, me pierdo, quiero estar
cerca pero me pongo lejos
odio
y quiero destruir
lo que más quiero
te quiero

 

Perrito

Éste es el poema del perrito
de los niños que salen al sol
cuando golpeamos para buscar
fasito en los ranchos
que están sobre las cloacas
Papá, un Señor!
Serán la una
el sol recién alcanza a abrir algunas larvas
sobre los panchos bañados
que el regimiento
acapara sobre el Coronda
y todos los tontos que cotizan
sus acres por ley
estiman con un ojo que los pobres no
pero con el que sí podrían
por ejemplo
dispararles, mjm
Los chicos hacen los mandados
aparecen lejos
remontando de entre unos vapores
otros al pedo tomando sol
Narcos jóvenes del terraplén
gente buena
de familia y trabajo
de 7 a 16 en el plomo
de la construcción
después un recreo con los gallos
y los perros y los hijos
la señora. Nada que el que paga
un analista
sepa que existe
Una pared diagonal de ropa tendida
viene del rancho hasta la punta de la acequia
y huméa

 

Pa

La dimensión es importante, pa, en eso tenés razón
como lo que decía Sarmiento sobre la Argentina
“el problema es la extensión”, sólo que a la inversa
Dos chocándose en la cocina no llegan más que a los gnoquis
y la mesa puede trepidar como un puente de hierro abajo del cochemotor
Pero en la costa, pa, en lo extenso, vos brillabas como un metal
con la arrogancia de los niños, como el basalto del fondo
del río Uruguay ni bien se saca la piedra
de la luz ciega del agua a la extática del aire
con nuestras voces de fondo
¿Será que te estábamos muy encima?
En el bote, con tu sombra revoleando la línea
que me digas todo lo que sabés, de a poco

 

Tomado de: http://www.opcitpoesia.com