Una nueva editorial dedicada a la poesía inicia su camino: Caleta Olivia y su catálogo, con escritores como Osvaldo Bossi, Sebastián Morfes, Alfredo Jaramillo, Mariana Suozzo y Fernando Callero. Cacería rápida confirma algo que se insinuaba hace varios años: que Callero (Concordia, 1971) es de los mejores poetas de su generación: “En ayunas salgo a ver amanecer / todavía están prendidas las luces del Centro / armo un bigote rubio de tabaco y fumo / contra el aire frío”. Con estos versos arranca el primer poema: se inicia la jornada. La escena es simple y cotidiana, provista de una frescura pueblerina y teñida de cierta melancolía inexplicable, misteriosa. En ese mismo tono suena el resto de la canción, y si se habla de canción es porque todos los poemas siguen el ritmo y una melodía sostenida y liberada, por momentos, de cierta lógica y sentido. En Cacería rápida los personajes deambulan casi siempre de noche, rodeados de humo: la noche y el humo se convierten en espectros que, a veces, ayudan a los habitantes del libro a esconderse o protegerse para no ser vistos, para pasar desapercibidos en una estela indolente y estival: “Ya estoy grande para recuperar una emoción / Hago el mismo gesto de papá de mascar coco rallado / Fumo laaaargo mirando el vicio en su forma paranoica / Amigo enemigo / compañero solitario / indiferente soldado / el amor / no puede ser sobrio”, pronuncia Callero en una de sus estrofas más sensibles.