Sólo una cosa pura ha quedado en mi vida.
Tu recuerdo apretado en un libro de versos.
Tal vez como esas flores estés marchita y triste
sólo con tu recuerdo de nuestros sueños muertos.
¿Dónde estarás mujer más que ninguna amada?
¿Por qué llorando tanto te dejé sin olvido?
Ya ni nombre tendrás para inspirar un verso,
ya nuestros ruiseñores serán tus labios fríos.
¡Dónde estarás, qué noche triste tu gris otoño!
¡Qué estrella dibujando tus pupilas desvela!
Ya ni nombre tendrás para inspirar un verso.
Pronunciarás mi nombre? Recordarás mis versos?
exhumarás memorias, ya de pálidas fechas?
De tu vida a mi vida, de tu carne a mi carne
de tu dolor que callas, de mi angustia que impetra,
hay un sendero amigo de irremediables lágrimas
y un infinito y blanco reposo de alas muertas.
Sólo una cosa pura ha quedado en mi vida,
tu recuerdo apretado en un libro de versos.
(El manuscrito dice debajo de esta poesía “Para después de mi muerte”. P. Jacinto Zaragoza)