(Texto leído en la presentación del libro, “Espacio Callejón”, 07-12-07)
Poeta entrerriano contemporáneo. En el libro de Marcelo Leites aparece desarrollado el símbolo del pozo de agua. La constelación de imágenes que atraviesan el poema surge de un punto fijo: la voz del sujeto sumergido en un tanque australiano, alternativamente emerge y se sumerge en el agua y ese movimiento produce alteraciones de frecuencia en la voz: una voz más conciente, objetiva, descriptiva cuando emerge del agua, y una voz de imágenes encadenadas del inconciente cuando se sumerge. Pero este símbolo dice más. En las culturas antiguas los habitantes de diferentes pueblos cercanos iban todos los días hasta el mismo pozo de agua que los abastecía, ubicado en un punto fijo equidistante. Las personas podían cambiar de casa o de pueblo, pero siempre debían ir al mismo pozo a buscar agua. Esta dinámica transformó al pozo de agua en la cultura budista en símbolo del cultivo del yo y el carácter. Según I Ching hexagrama número 48, para obtener reconocimiento de los demás lo correcto no es salir a buscarlo. Sino todo lo contrario, quedarse en un punto fijo y cultivar la propia personalidad hasta volverse sabio, y se compara la sabiduría del que permanece inmóvil con el agua que van a buscar todos los habitantes al pozo. Y esa fue la elección de Leites, que no se fue a Buenos Aires en busca de fama literaria como tantos escritores del interior de Argentina. Decidió quedarse en su ciudad natal, Concordia, Entre Ríos, se casó, formó una familia, es decir, construyó un yo paternalista a partir del cual edifica su obra y se relaciona con la tradición literaria.