de punta a punta desnudos
sin detener la marcha
cuando los rostros se nos desdibujaban
ante la mágica mitigación de las espinas
no queríamos que la huella de barro nos abandonara
por el sensible miedo a ser felices
nadie nos enseñó estas palabras
no podíamos pronunciarlas
tristes entonces las enterramos a la sombra
para que crecieran
con la esperanza de poder entenderlas algún día
más tarde y boca arriba por la correntada del río
simulábamos indiferentes el desequilibrio del agua
volvíamos para amar la ausencia
y anhelábamos el sol de las arenas
(De "Naranja Ombligo" . Ediciones .de la Intemperie. 2007)