por Julio Anselmi
Diario "El Litoral" de Santa Fe, 12-09-2009
“Resonancia de las cosas”, de Marcelo Leites. Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2009.
En “La poética del espacio”, Gaston Bachelard estudia la quintaesencia cifrada en la “inmensidad íntima” que la poesía encuentra en la casa (“del sótano al altillo”), en los cajones, los cofres, los armarios; en los nidos, en la concha; en los rincones; en los árboles... Y coincidentemente con el título que Marcelo Leites elige para la segunda parte de su último libro, Bachelard dedica un largo capítulo de aquel ensayo a las “Miniaturas”.
“Las grandes imágenes tienen a la vez una historia y una prehistoria”, sentencia Bachelard, y los poetas más sensibles serían aquellos que prestan una atención siempre renovada a las imágenes que son a la vez objetivas e íntimas. “Toda imagen importante tiene un fondo onírico insondable, y sobre ese fondo el pasado personal pinta sus colores peculiares”.
El poeta es el cantor del paraíso perdido; el canto es siempre resonancia de lo que fue, de lo que no fue y de lo que no tiene voz. Aunque fatalmente “las palabras tergiversan / los nombres de las cosas”, como se duele Marcelo Leites.
Cada objeto es un caleidoscopio en esa resonancia enloquecida de ecos, hasta la mudez. Para aprehender cada manifestación estentórea y caleidoscópica es necesario desmesurar “esos ojos del tamaño del mundo”, pero para la mudez, Leites encuentra la imagen de las voces que se entrelazan para silenciarse, “y sólo queda la repetición / mecánica, vieja, triste / de una cajita de música”.
Dividido en tres partes (“Objetos”, “Miniaturas” y “Constelaciones”), el libro de Leites recorre con inusual densidad y encanto las voces de la sangre que resuenan en el río, los árboles, la casa, el lápiz... Una conquista lograda merced a la pericia de una lírica depurada que, sin estridencias, desde el agraciado interior poético (desde la intimidad y desde el fondo provinciano, Concordia para el caso) que ofrece la mejor literatura que proyecte hoy la Argentina, conmueve al lector con esa magia que sólo los grandes poetas alcanzan en la persecución de la “secreta complejidad / de lo simple”.
En imagen: “Trabajos manuales” , de C.O. Paeffgen.