¿Quieres saber, por qué ya de mi lira
No brota alegre canto?
¿Por qué ya no sonrío y mis pupilas
Se enturbian cada rato?
Te lo diré, porque me falta el bosque
Y el arroyuelo plácido,
A cuya orilla jugueteaba alegre
Con mis tiernos hermanos.
La calandria es así: canta y anima
Los aires y el espacio;
Salta de rama en rama, cual si fuera
A mendigar aplausos;
Pero en la estrecha jaula calla y sufre
En silencio obstinado,
Como si nunca hubiera conocido
El bello don del canto.
Yo extrañaba el bosque, el río, la cuchilla,
De aquel retiro plácido,
Donde creció la flor de mi existencia
Exenta de cuidados.