¡Dejadme en paz! Visiones importunas,
Dejadme saborear
El deleite de mis lágrimas,
El placer de llorar.
Dejadme en paz, que dentro el alma siento
Extraña sensación. . .
La inquietud vagaras de la ola
Que el viento acarició.
Dejadme sola, que del alma triste
Consuelo es solloza. . .
Cuando el sollozo espira en la arboleda
Viene la tempestad.
Dejadme con mis penas infantiles,
Con mi dulce ansiedad.
Yo no finjo sonrisas embusteras,
No escondo mi pesar.
Dejadme en paz visiones importunas,
En mi modesto hogar. . .
Y entre los brazos de mi tierna madre,
¡Dejadme sollozar!
El llano como consuelo de las penas del alma es reivindicado por la autora. Sin este alivio la desdicha se perpetúa en el alma. La verdad es una de las banderas de los románticos y así lo expresa Agustina cuando asegura que “no finge sonrisas embusteras” ni oculta su pena.