Flor sin perfumes, fuente sin murmullos,
Ave sin canto, nube sin color. . .
La soledad del alma es más profunda
Que la noche infinita del dolor.
Ni una estrella en sus cielos reverbera
Ni crece en sus desiertos una flor,
Las nieblas del m misterio y del olvido
Van y vienen con lúgubre rumor.
La idea es la alborada de espíritu,
A cuyo tibio y pálido fulgor,
Van huyendo las sombras como bandas
De aves nocturnas al venir el sol.
La idea es el rocío que refresca
Y que abrillanta la marchita flor.
Es la luz de las almas ¡luz divina!
El perfume inmortal de la razón.
El estado del alma es comparado con los de la naturaleza. Esta vez, el bálsamo que renueva el alma es el pensamiento.