DÁNAE

 sobre la pintura homónima de Gustav Klimt                              
                                                              
 
retorna al origen
el útero la contiene en un sueño líquido
reposa el óvalo virginal de su cuerpo
en una placidez encendida
como si irradiara luz propia
aún con los párpados cerrados
o por los labios entreabiertos
y aún a su pesar
 
-se cae en el silencio
cuando la belleza habla-
 
no es sólo ella el motivo
de esa luz que permanece
sin embargo hay parpadeos
por la suavidad de hierba en el muslo pálido
por la brasa del cabello que cae sobre el pecho
todavía tibio en el abrazo
 
quien la mira no sabe
si cubrir su blancura trémula
con el manto de peces de la noche
o dejar que llegue la lluvia
finísima de semen
que esparce sobre ella
una pátina amorosa
la dulce frescura del éxtasis
donde se recuesta
prendida levemente a un instante.