TEXTO 2

En el Museo Castagnino de Rosario reside el hermano del Niño Pescador: el Muchacho del Paraná. Sabemos que nacieron iguales. Las circunstancias hicieron que cada uno de los hermanos tuviera una vida distinta.

 

¿Cuál de los dos es el primero? Poco importa ¿El Muchacho sería el hermano mayor y el Niño el menor? Tal vez por su condición de mayor el Muchacho ha acaparado toda la notoriedad.  Y quizás porque yo soy la menor en mi familia es que le estoy haciendo justicia al Niño. Poco importa. Al principio eran iguales, como ciudadanos de una república.

 

El Muchacho se instala en Rosario en 1942 porque una comisión de amigos quiere hacerle un homenaje al diputado Biancofiore - ¿Biancofiore o Biancafiori? esa discusión atravesó la hora y cuarto que estuve reunida con el equipo del Museo Castagnino; hacia el final de mi visita alguien saldó esa discusión leyendo la ficha de la obra-.

 

Según me cuentan, el diputado había sido presidente de la Comisión Municipal de Bellas Artes y proyectó la ley del paseo de la costanera junto con otros proyectos de urbanización en Rosario. La obra habría sido emplazada en una fuente (¿sería inevitable la relación con el agua?) donde actualmente se encuentra el bar Vip. El Muchacho miraba desde allí al río (sí, era inevitable su relación con el agua). 

 

Y si es del Paraná tiene que tener agua, dice la acérrima defensora del biancafiorismo (Biancafiori, con ‘a’ e ‘i’ bien pronunciadas).  En medio de la discusión por el nombre del diputado, alguien recuerda que Fontana compartía taller con Vanzo en aquella época. Ese taller pudo haber sido el que se encontraba en frente al Monumento a la Bandera (o quizás no, y en esa época Fontana y Vanzo ya trabajaban en Rioja 2070). ¿Iría Fontana a visitarlo? No parecía del tipo nostálgico, sino más bien de los que sienten la urgencia de dar un siguiente paso. Un halcón como lo recordaba Eldesntein.

 

El Muchacho permaneció en esa plazoleta frente al río hasta la década del ’70. Ahí la historia se hace confusa. Me cuentan de las diferentes fechorías: que la robaron durante el peronismo, que la encontraron en un basurero después de un saqueo, que la descubrieron en una fundición justo antes de volver a ser materia prima. En teoría, la obra fue recuperada y vuelta a emplazar, pero después se produjo el hundimiento del terreno y la inclinación del pedestal y terminaron por trasladarla al Museo Castagnino. 

 

La historia, ya sea verdadera o falsa, cuenta muchas cosas. Para algunos la escultura no era más que un cacho de bronce convertible en dinero. Para otros ya no hacía falta mantenerla en el espacio público. Y para algunos era prioritario correr la escultura a algún recinto donde no estorbara la edificación de las torres que se empiezan a levantar en esa época junto al Muchacho. Es difícil no pensar que el hundimiento del terreno no se haya generado en el proceso de construcción de los edificios. El desplazamiento del Muchacho al Museo nos habla no sólo de un cambio de paradigma (priorizar un emprendimiento privado por sobre un espacio público y adiós a los proyectos de Biancofiore) sino también el lugar de elite que se le otorga a la pieza de Fontana: las personas que pasean por la costanera no son necesariamente las mismas que entran al Museo.  Además, en la repartija, las que miran al río son las torres y no ya el Muchacho.

 

Casi al finalizar la entrevista me leen una cita de la ficha de la obra que dice que existe una fundición en bronce en la plaza de Concordia, donada por el Doctor Chabrillón y obsequiada por Fontana. Nadie sabe de dónde salió eso, falta la fuente, simplemente está en la ficha. La versión es insólita, jamás la había escuchado.

 

Más tarde consulté a Ana Chabrillón al respecto. Con Ana, que es artista y gestora, habíamos hablado desde el principio de la investigación, la entrevisté sobre el Niño Pescador y terminó tirando de un hilo que más tarde me condujo a encontrar otra obra de Fontana en Concordia. Pero eso lo contaré más adelante. Con respecto a Andrés Chabrillón, su tío abuelo, había sido poeta, su obra fue rápidamente reconocida. Algo pasó, algo que hizo que su obra no se expandiera. Quizás elegir vivir en Concordia y dedicarse a la jurisprudencia. 

 

En esa cita sin fuente podía haber algo cierto, quizás al ser Chabrillón presidente de la Comisión Municipal de Cultura hizo que la obra de Fontana fuera a Concordia. Definitivamente el poeta estaba en contacto con artistas y al corriente de las vanguardias. El mismo había sido un pionero. La fuerza de Chabrillón pudo haber hecho tracción para que el Niño se instalara en Concordia. 

 

Mi consulta a Ana dispara la redacción de una nota escrita por su padre y publicada en el diario El Heraldo de Concordia. La cita a mi cita de la cita de dudoso origen genera lo que sólo podía generar: una ficción. La nota cuenta que la escultura del Niño llega a Concordia gracias a la donación de Andrés Chabrillón. Así, sin vueltas, el mundo posible donde el artista y el poeta pergeñan para donarle una obra a la ciudad se hace actual.