Diego Angelino, uno de los narradores más reconocidos del país, vuelve a publicar una novela después de más de dos décadas: “El bumerang vuelve al cazador”. La obra está centrada en la historia del alférez Juan Venter y “El Negro” Urdanoff. El primero es un gendarme poseído de una visión autoritaria y megalómana en un pequeño pueblo regido por terratenientes, mientras que “El Negro” es descendientes de mapuches e hijo de un humilde ferroviario que sufre las consecuencias de ser escupido de la Guerra de Malvinas que lo llevan a tomar decisiones que generan que sea considerado como “un traidor a la patria”.
Así comienza una persecución por la Cordillera chubutense donde el comisario Nahuelquir, tío de Urdanoff, juega un papel fundamental para ofrecer justicia en un escenario violento y desigual.
“El bumerang vuelve al cazador” constituye el regreso a la escena literaria de Angelino, de la mano de Espacio Hudson (cuyos títulos se encuentran en Real Libros de calle España en Comodoro Rivadavia, y en librerías de todo el país) tras más de 20 años de ausencia. La nueva obra fue finalista en el Premio Herralde de Novela 2014, uno de los más prestigiosos en lengua castellana.
ESCRIBIR ANTES DE ESCRIBIR
En diálogo con El Patagónico, Angelino cuenta que comenzó a escribir esta historia hace más de 25 años pero que la figura de alférez Venter nació en su imaginación después del golpe cívico-militar de 1976. Es que un oficial de Gendarmería, escoltado por otros siete integrantes de la fuerza nacional, “llegó” a su casa para buscar “armas y literatura subversiva”.
“Yo no tenía ninguna militancia política, pero por entonces aparecía en los diarios –Río Negro, El Patagónico, Clarín, La Nación-. Que yo fuera un escritor –alguien que ‘ficciona’ la realidad- y no un político, para ellos no representaba ninguna diferencia. Nunca han sido precisamente sutiles. Felizmente, salvo el susto de mis hijos, que por entonces eran chicos, no pasó nada”, comenta Angelino al rememorar ese encuentro “no demasiado feliz”.
Gran parte de “El bumerang vuelve al cazador” se sitúa en Comodoro Rivadavia y recupera parte de la historia de los clubes nocturnos de la calle Belgrano, las reuniones en la sede de la sociedad polonesa “Dom Polski” o los viajes de “La Chanchita” desde el centro a la Zona Norte de la ciudad.
Comodoro, para el autor, no es un lugar más. Es la ciudad donde vivió varios años, se casó con Alba y tuvo dos de sus seis hijos. “Una ciudad donde hice amigos y de la que me enamoré, porque pese a su clima hostil –o entre otras cosas tal vez precisamente por eso- es una ciudad sumamente querible. Una ciudad pequeña pero culturalmente compleja, con infinidad de comunidades en su seno. Una ciudad para abordarla desde la literatura, desde la poesía”, considera.
UNA HISTORIA, VARIOS EPISODIOS
“Escribir no es una cosa de fin de semana”, asegura el autor sobre las formas de encarar un nuevo proyecto. Sin embargo, Angelino no se detiene en una sola idea para desarrollar una historia sino en buscar la perfección a partir de múltiples situaciones.
“Cuando uno mira las pinturas de Brueghel el Viejo, o de Jerónimo Bosch, ve que los autores se han detenido en infinitas situaciones, en incontables objetos, en una sumatoria de mínimos escenarios que hacen o contribuyen a la escena total. Ese es uno de los caminos que me interesan de la narrativa: pintar una historia que esté poblada de numerosos episodios que ayudan a entender el fresco total que quiso pintar el novelista”, destaca.
En este sentido, sostiene que un escritor debe ser “necesariamente curioso” y que sus intereses deben pasar desde la historia, la botánica y la mineralogía hasta llegar a la entomología pero solo para sustentar lo que se dice, aún cuando no se lo mencione, porque “si uno habla de lo que no sabe, es lo primero que se nota”.
“La teoría del iceberg, de Hemingway, dice que –como el hielo en el agua- la escritura debe hacer ‘asomar’ una pequeña parte de lo que se cuenta. Y sólo una persona muy curiosa, que ha viajado mucho, que ha vivido mucho, que se ha interesado por la riqueza de la vida, puede permitirse hacerla asomar. Y por supuesto, enriquecer lo que cuenta, lo que asoma, con la riqueza de su paleta”, asevera Angelino.
EL REGRESO
Esta novela, como se apuntó, marca el retorno de Angelino al mundo editorial. Esta decisión no estaba ligada a una supuesta enemistad con el mercado editorial sino que debía abocarse a su vivero “Tierra Baldía”, que se encuentra en El Bolsón.
“Mi problema –explica- era el viejo dilema de ser marinero de dos capitanes. O escribía, o atendía el vivero que había crecido hasta proveer a unos cuarenta revendedores de numerosos lugares de la Patagonia. Y yo era el productor que hacía las plantas, el vendedor que las vendía y el camionero que las trasladaba”.
Durante todo ese tiempo, Angelino dejó de escribir porque consideraba que “hacerlo a medias era faltarle el respeto a la escritura y, antes todavía, a mí mismo”.
El paso de los años permitió que sus hijos terminaran sus estudios y que su familia comenzara a viajar de vacaciones en Brasil. Allí volvió a retomar la escritura cuando observó unos aviones que se dirigían a Guarulhos, lo que plasmó luego en un cuento: “surgió con fuerza, con prepotencia, casi como un mandato a resolver. Y volví a escribir”.
Tomado de: https://www.elpatagonico.com - 14 enero 2018