En mis manos
encuentro restos de barro
que no puedo quitar.
me acordé de aquel verano
en el que el desamor
me tiró por la borda.
Entre los restos de naranjas
y cáscaras de huevo
me deshice de a poquito
en el compost del jardín.
Meses enteros pasaron
y los gusanos se empezaron a hacer cargo de mí.
Me recitaban bien bajito tu nombre
todas las noches de luna nueva
mientras se alimentaban
poco a poco
de los restitos de mis venas.
Todos los días
le rezaba a ese dios en el que no creo
por favor
que alguien remueva esta tierra.