De Constelación (2007) / Antología incluida en "América en Bandadas"
"...la forma de una mano que fue mía,
el paso de una sombra que me llama,
sois reunión de sueños escondidos,
cerámica, paloma indestructible"
Pablo Neruda.
Toda la luz de Tuyuntí
se ahoga en un cántaro. En un cántaro vacío.
Febrero es relámpago y fuego
Y el fuego presagio de máscaras.
Luisa Pereyra modela un caballo
y sobre él un gigantesco sapo rojo.
La noche es siete diminutas estrellas,
manada de balidos y sombras.
Roja pinta también la crin del caballo.
Parece una cresta.
Madura el maíz
y todo el monte es un pectoral
o estandarte de flores amarillas.
Un círculo de plumas negras oscurece el poema.
Un toro al amanecer lo manchará de sangre.
Dos itaú son los ojos ciegos de Luisa.
Y sus manos luciérnagas,
luciérnagas sobre la oscura noche
que resplandece en la arcilla.
O es la arcilla, vieja cansada arcilla?
Voces guaraníes
y una cruz que es otra cruz
Inauguran la fiesta:
un bestiario de máscaras,
lamento, contorsión, trance y lanza.
Luisa enreda sus collares:
poro-poro y mostacillas.
El triunfo es rugido,
chicha y un agua que como otro fuego, purifica.
Se marchitan las flores
Y un mangangá es suspendido dorado temible zumbido.
Luisa, desenterrada paloma de lo indígena,
Bruñida greda, amapola y sin embargo relámpago,
Como lo hizo quemada tras quemada,
Ese doce de octubre despidiéndose de sus piezas
Montaba una yegua oscura
Con una crin roja como una cresta.
Histéricas alguaciles anunciaron esta tormenta.
Y quedo la arcilla
esperando sus formas y los misterios.
-(La lluvia fue una mortaja azul sobre sus huellas)-.
Y cuando hay algo de cierto en lo irreparable
la recobro en el perdido aroma de otra flor amarilla,
en el zigzag de sus engobes
o acariciando azul el corazón de sus vasijas.
La recobro cuando la eternidad
también dice de rojas crines como crestas
y ya no late, relincha.