Dulzura natural sobre tu frente
te alumbra todo entero. En tu costado
se ilumina tu llanto demorado
y la última risa está latente.
Mi sombra con tu sombra, lado a lado,
también quiere acostarse. Está yacente
en la tierra que empieza a ser doliente
refugio de tu cuerpo delicado.
Que no te importe nada el desconsuelo
ni los hayes dispersos por el viento.
Desde hoy, tu morada será el cielo.
Puedes irte feliz, aunque nos duela;
que nada te detenga este momento.
Ahora tienes alas. Vuela. Vuela.