Entrevista realizada por Javi Kolker.
Cuando Hugo Luna habla, la sensación que deja es que sopesa la importancia de cada palabra, de cada silencio, de cada pausa. No debería sorprender ya que se trata de un hombre dedicado a la escritura, a la poesía, alguien que se nutre tanto de la palabra como de los espacios en blanco que flotan en el aire y en sus textos. “Lo único que le requiero a un texto es que me enganche, que me seduzca. Leo lo que me da placer, lo que me conmueve, y eso pasa con la buena literatura y con la buena poesía, con la palabra bien jugada” dice Hugo.
Lecturas
-¿Lees tanto poesía como prosa?
HL- Leo más poesía, pero tampoco es menos cierto que esa prosa que se te hace imposible dejar es tan intensa como la buena poesía. En la narrativa me interesa el estilo de una Clarice Lispector, (ucraniana-brasileña; 1920-1977) escritoras de ese fuste, con esa profundidad.
-¿Como comenzó tu relación con la poesía?
HL- Yo arranqué leyendo a los franceses, a los surrealistas, aunque tal vez la primera poesía que me haya conmovido sea la del rock -más que nada Aquelarre; Spinetta; Vox dei en un principio- que fue llevándome hacia una búsqueda….uno pensaba “acá está pasando algo”. A partir de ahí empecé a jugar, a buscar por los pasillos de las bibliotecas.
-¿Había biblioteca en tu casa?
HL- Mi padre tenía una biblioteca pequeña, -200 o 300 libros- y cada vez que cobraba su sueldo compraba en la librería de Sylvestre, que todavía está abierta….era la única que le fiaba. El toda la vida fue empleado municipal, con un salario muy magro, y compraba los libros de editorial Losada que era lo que podía permitirse. Así se fue haciendo de una biblioteca con lo mejor de la literatura argentina, que le apasionaba.
¿Y como eran esos juegos de la niñez en la biblioteca?
HL- Jugábamos a que yo adivinara quién era el autor de un libro, incluso por ahí a saber de qué se trataba. A muchos de esos libros no los leí, pero si hurgué en la poesía y de ese modo me junté por primera vez con un libro de Roberto Juarróz (1925-1995). Yo era muy joven -estaba saliendo de la adolescencia- pero recuerdo que me sorprendió esa manera de decir de Juarróz, que después descubrí era una constante en el, la estética de ese enorme poeta.
-¿Recordás el nombre de ese libro?
HL- El libro era la Tercera poesía vertical (1965) que tenía un prólogo de Julio Cortázar, en una edición muy modesta. Eso fue un antes y un después para mi, una bisagra. En ese libro hay poemas que hasta hoy me acompañan, porque si algo tiene la poesía –como dice Juarróz- es que crea presencia y se queda con vos para siempre.
De padres e hijos
-Contáme algo más de tu padre.
HL-Mi padre entró a trabajar en la municipalidad abriendo zanjas, en la década del 60. Era uno de los que hacía zanjeado de calles y los primeros cordones cuneta que se hicieron para darle el calce. Además era poeta. Un día el intendente de entonces lo hizo llamar para preguntarle porque estaba haciendo ese trabajo: sabía que era asmático y también que tenía una enorme lectura. Si bien papá tenía quinto grado estaba muy formado en literatura – sobretodo argentina, pero también universal- y se la pasaba escuchando música clásica por las radios de onda corta y por radio Nacional. Eran las radios viejas, eléctricas, que tenías que prenderlas y esperar que calentaran para largar el sonido.
¿Compraba discos también?
HL- Claro. Compraba en la disquería Don Argentino Suarez que también nos fiaba, música clásica principalmente. Por supuesto que adoraba el tango y también el folklore nuestro, el jazz - más bien del estilo de las grandes orquestas tipo Benny Goodman- el be bop…tenía una gran apertura por diferentes géneros musicales. Yo de adolescente le hacía escuchar cosas de Charly García o de Pink Floyd que le gustaba mucho. Era un tipo muy especial mi padre y yo le debo mucho a él, con ese criterio tan abierto y tan respetuoso para con el otro.
Influencia
-¿Qué escritores sentís que te influyeron, que te dieron deseos de escribir?
HL-Muchos poetas franceses como René Char (1907-1988); Paul Éluard (1895-1952).También los nuestros: Juan Gelman (1930-2014), Raúl González Tuñon (1905-1974). Hay una generación de poesía argentina que es impresionante, con voces que nos van a acompañar toda la vida y que nos han marcado. Hay poetas entrerrianos como Alfredo Veiravé (1928-1991); Luis Alberto Ruiz (1923-1987); Juan L Ortiz (1896-1978) que es un ícono necesario en la poesía argentina... uno podría hacer un listado enorme.
-Se nota que disfrutás tanto de la lectura como de escribir
HL- Por supuesto. Yo creo que a la poesía uno debe leerla desde la desnudez, no desde el prejuicio del nombre del poeta que va a leer, sino del texto. No debe haber cosa más bella y conmovedora que leer un poema y que te den ganas de escribir, y que a veces sin darte cuenta estés usando un verso de eso que leíste para escribir lo tuyo… y cruzarlo en una forma dialogal con el otro poeta. Cada vez que leo ese tipo de poesía –intensa al estilo de Antonio Porchia (1885-1968)- me quedo cautivado. Por ahí lees un poema aforístico de Alejandra Pizarnik y cerrás… decís hasta acá. Cuando leo un poema de esos cierro, y eso es como una campana que me queda resonando todo el día. Es como si fuera un sueño del que uno se despierta y durante buena parte del día queda atravesado por esa atmósfera onírica. La poesía tiene ese poder de revelar y de conmover y a veces con un solo poema te alcanza para decir “bueno… ya leí… otro día sigo”
-¿Ves cine? ¿Escuchás música?
HL-Sí. Es muy difícil que alguien pueda hacer música si no mira cine, si no lee… alguien que haga cine y que no le interese la pintura o la fotografía o que la música y la literatura le sean ajenas. Creo que todas las disciplinas artísticas se nutren entre sí.
-Tu escritura tiene influencias de otras ramas del arte entonces.
HL-Claro. Para mí el cine ha sido una enorme fuente de inspiración y tengo una cantidad de poemas nacidos a partir de películas de Andrei Tarkovski (1932-1986) o de Ingmar Bergman (1918-2007), del cine social italiano o el español. Y con la música es lo mismo, hay discos maravillosos que te inspiran: recuerdo uno de Litto Nebbia -Toda canción será plegaria- con letras de Mirtha Defilpo, la poeta cordobesa ya fallecida, que fuera su pareja.
-El arte siempre te mejora…
HL-Es imposible que las artes no te enriquezcan. ¿Cómo no te va a enriquecer una pintura? Para aquellos que siempre hemos tenido un interés muy fuerte en lo que representa el arte como forma de conocimiento, de ver el mundo, es muy difícil sustraerse a su influencia.
Redes sociales y modernidades
-¿Qué tal te llevas con las redes sociales como instrumento?
HL-Creo que las redes han desplazado la figura ególatra y de faro iluminado del poeta. Se ha horizontalizado la cosa. Hoy muchos poetas premiados y de renombre están ahí, uno puede hablarles -después te pueden contestar o no- y eso no era tan habitual tiempo atrás. En el mundo de la cultura la distancia entre el artista y el público ha sido una constante.Yo creo que las redes son piolas, que abren el juego….se pueden leer muchas cosas muy buenas. Por supuesto que hay de todo, pero si vas a una librería a comprar un libro, también hay de todo. Creo que no hay que ser fundamentalista… y te lo digo yo que nunca he sido una persona muy tolerante (risas)
-¿Cómo vivís este encierro de cuarentena?
HL- En este escenario de encierro también estoy escribiendo. Uno no puede sustraerse de la realidad, el aire viciado esta jugado en un montón de textos que voy compartiendo precisamente en las redes.
Trayectoria
-¿Cómo ves tú trayectoria?
HL-Ni con anteojos (risas). No sé si tengo una trayectoria… eso no lo puedo decir yo. Es verdad que he publicado muchas cosas; que he sido muy desprolijo, que escribo constantemente… Siempre sentí la poesía como una militancia, con cierta urgencia.
-No sentís que hiciste una carrera…
HL-La verdad es que nunca pretendí hacer una carrera de poeta. Yo creo que en estas cosas pasa como en la vida misma: es muy raro que si vos no te propones llenarte de plata, te llenes de plata. Si querés ser exitoso no va a venir el éxito a golpear a la puerta de tu casa, tenés que poner mucho de vos mismo. No se trata solo de escribir, Independientemente de la calidad de los poemas. Creo que hay que saber acompañar, saber vender, saber jugar en los espacios donde se manejan esos intereses.
- ¿Y si te preguntan para qué escribís cuál sería tu respuesta?
HL- Que para mí la poesía es una forma de vida. Una vez a Cortázar le preguntaron: “usted ¿para que escribe?” Y él respondió “para que me quieran un poco más mis amigos”. Yo siento la poesía desde ese lugar; es una apelación al otro, una forma de amor.
Hugo Luna publicó No nada nunca (1994) (con Alejo Carbonell “una serie de poemas que hicimos por nuestra cuenta, vendimos antes y después imprimimos”); En la nieve(2006); Solo claridad (2010) El apetito de la belleza (2015); Antes del pájaro, después del pájaro (2016) Reflexiones de un cisne (2017).
Entrevista tomada de: Random