DE MI LEGAJO

“asoma mi niñez sobre las tapias, / a quién le pido un canto en la hora espléndida” 

Carlos Mastronardi

 

Aquí nací,

establecí en los ojos

la novedad de la luz y los contornos

de lo querido y lo rechazado.

Entre asombros y condenas

fui lamiendo

la índole triste de las pobres cosas:

llevé a mi boca tierra prometida,

legalicé el sabor de las raíces,

desbaraté ciudades fundadas por hormigas

y adquirí el ritmo tenaz de los metales.

En esa ausencia larga de juguetes

me ejercité en metáforas y símbolos,

hice mi código de tarros y botellas

y fui aviador

soldado

marinero

y maquinista de trenes lejanísimos.

Pero también, es cierto:

tejí miedos

que quedaron en mí como lunares,

como manchas de una piel desasombrada,

contaminada de verdad terrestre.

Aquí nací,

mi corazón no puede precisar otro niño que el que inventan

la nostalgia feroz y esta desdicha

de saber que en su alma ya crecían

mi soledad desértica, mis ecos,

mi carcelaria intimidad,

mi resonancia.

 

De “De mi legajo” (Premio nacional José Pedroni, 1999)