(Inédito, enviado especialmente para la página de Autores de Entre Ríos)
El hasta ahí es lo importante, por más que uno arriesgue la palabra para ver qué tan lejos llega,
Y en su lomo lleve la cautiva el reflejo de lo imponderable, el imposible destello de tiempo cierto
Siempre en un más allá que no alcanza, que no basta, poniéndose a prueba de lengua, resistente
Rastreador en el desierto, ojalatero necesario para que lo antiguo todavía sirva servicial caldera.
Pero siempre hasta ahí la extraña intuición de la medida, el flujo suficiente, el trago que no se pasa
Todo poeta se halla en sus estribos, sopesa y se afirma, va lejos hasta donde da la cabalgadura,
Se arriesga en horizontes, pide cordura a la hora de proferir su desvarío, el aparente desequilibrio,
Algo más allá lo espera para convidarlo en la boca, compensa con la lengua, traba espacio y sube.
Alguien desenterrará la campana después, cuando no se sabe, sólo a algún día le pertenece, confía
En lo más lejos que pudo, un adelantado para fundaciones aunquea veces perezca en ese intento.
Porque hasta ahí alcanza su capacidad de cordura, más allá todo es excéntrico, chispa y oscuridad,
Postergación del sentido para comprobar su alcance, valor del labio que aventura el ala de su voz.
Aquí nomás y ahora mismo el universo prueba sus metales, la resistencia de sus fervores, el círculo
Donde ciertas aves pasean antes del huevo y después de la cópula, o cuando el pirincho apunta
La soleada distancia para que no olvide su discurso y la tacuarita ocupa las ruinas de los enseres
Y acaso se subleven nuevamente los relatos para que el molino al girar reponga el tiempo tardío.
“Lo cercano es un instante…” dije, y ahí puse talón en cuerda en la tímida umbría del último cuarto
Para uno solo esa insistencia, el acorde empecinado, el pajarito de esas primas, el abejón bordona
En el espacio quebradizo de un estilo que se va de pico a la flor mareada e intensa de una décima
Probada tantas veces en la resistencia de esa fuerza contraria que hace cantar y tragarse el eco.
Suficiente con un resquicio de sentido, todo lo demás es espacio en catarata, irrupción de un agua
De día primero para quien estuvo ciego tantos años y los días le zumbaron al oído colores salvajes
Llegados de otras fronteras, como teclas en el paladar, como mirlos que marcan a fuego el sentido
De la orientación en estas lomas donde alguna vez el camaleón campeó y hoy imperan las acacias.
El arco es uno con el pecho y desde ahí su grave contenido digno de saber qué tan lejos llega, hoy
Y ahora, pequeño gesto que no mueve ni un canto rodado, una hoja que tiemble por uno, acaso
Se sienta venir a cierta altura el inexorable tirón desde abajo, el ciclo que se hace noche y reclama
Hasta la última moneda de sangre que debemos para que al fin nos echen al bolsillo y a otra cosa…