De “Lo que no fue es resplandor” (2005)
“Mi mujer, era roja como una leona.”
José Coronel Urtecho.
Ella traza con fibra mi cuaderno,
deja lunas en los techos y se escapa.
Nunca le dije, que atrás de los anteojos
olvidé un te quiero.
El verano trae el recuerdo
de su sombrilla azul
y su gorrita roja.
Pero ahora no está
y estoy acostumbrándome a su ausencia,
como quien se acostumbra a meter la mano
en la boca de un lagarto.
Cruza por las islas de estas verdes mañanas
y llega hasta mi pecho,
en donde tropezó más de una vez
por no advertir la luz de los semáforos.
Es así que la quiero,
aunque mar nos niegue sus botellas
y sus mensajes grabados
en la espuma.
Nunca nos amamos en el mar,
porque los rastros de la arena
hacen permeable al corazón.
Además, a ella nunca le gustaron esas cosas.
Suenan como gastadas,
dijo una vez cuando escuchó un soneto.
Entonces, dejé de preocuparme por el lenguaje
y comencé a describirla tal cual es.
Una mujer sencilla con palabras,
que amó más de la cuenta
por eso se escapó del mal de ojos
y no buscó una bruja como contraveneno.
Se fue solita sin sillón y sin psiquiatra,
así nomás como una cumbia
que hace del polvo madrugadas.