De “La inocencia y el viento” (2014)
Pocos la despidieron mientras en la inocencia se amparaba. Mientras su nombre anclaba puertos en primavera. El cielo hacía su tarde desde los corredores del adiós. Había llegado el tiempo de adherirse al cansancio. Dejar cada inscripción en su lugar y olvidarse del viento en la cocina. Los árboles del sur no la vieron caer.
La vio caer su madre sin remedio.
La ausencia no es un viaje. Rostro sin despedida.