éum verdadero yopará fervente
umacoisa mole — fofa — grasurenta — hostil —
suerte nañarõnaséi, sino ñaroko'énte
Primera parte.
Lo que ocurre es que en el Paraguay el tiempo es muy lento de tan apurado que anda, barajando hechos, traspapelando cosas. La suerte nace aquí cada mañana y ya está vieja al mediodía dice un viejo dicho, nuevo cada día. La única manera de impedirlo es sujetar el tiempo y volver a empezar.
Yo el supremo
Augusto Roa Bastos
HABLA EL NARRADOR
el misterio es una hoja en blanco —
roporo’úta hyvy peve
eso eso — el Mistério se instala en la página primera —
uno dos tres cuatro cinco seis siete de un solo golpe — con la velocidad de un rayo — como si fuera el mismísimo sastrecillo valiente — uno dos tres cuatro cinco seis siete, sobre la humanidad de quien esté ahí en su frente — aunque lo que tenga enfrente sea
la sombra de un ángel —
oculta en la escritura —
aunque desde aquí podamos apreciar claramente
su aroma —
tan fuerte como la pestilencia de aquel panfleto
clavado hace más de doscientos años
en la puerta de la Catedral —
el mismo panfleto que Roa — el Augusto — puso allí para iniciar el periplo de su lenguaje — la miseria de sus lenguaraces — ¡qué cosa! — Roa roe la puerta — ahora él — en su otra vida es una rata pequeña, un ratoncito, una laucha, una musaraña, un enano miserable con la barba crecida porque ya no se acuerda ni siquiera de afeitarse, un impresentable, y clava clava clava el planfleto: tachuela y martillo y dale que va, tachuela y martillo, tachuela y martillo y clava — tachuela y martillo y dale que va, tachuela y martillo, tachuela y martillo y clava — oculto siempre y miedoso de toda mirada — huyente — hasta que al fin desata los bosquejos y espectros fantasmales del Tevegó y otras osadías que que ya nadie recuerda —
¡che rembó! —
este novísimo panfleto, en su cara sucia de mierda, en su escritura, en cada letra, la sombra del ángel, oculta; pero ¿la sombra del ángel, qué cosas oculta? ¿qué hay más allá de esa albísima hoja de vileza manchada? sabemos que un ángel, sí, pero hay más que eso — porque en la larga proyección de sus alas — en esa superficie se mueven como noctilucas — seres que solo podrían estar vivos — dementes y brillantes y no sabemos más nada de ellos —
ninguno nadie nunca arrancó la hoja blanca de la puerta de la Capilla de los Mártires — la sede — el punto final — el lugar del crimen
ninguno nadie nunca ordenó desentrañar la caligrafía de aquel texto escrito por la noche en un lugar ninguno — ninguno nadie nunca ningún supremo dictador de republiqueta ninguna envió a sus pyragué para que abran todas todas todas las carpetas de los archivos — ninguno nadie nunca encontró al descorrer los ficheros, en cada uno de ellos un héroe revolucionario montado, cada uno de ellos en un caballititito (cabashusito, cavayumí, cavashumishí) cuyas cabezas eran idénticas a las cabezas desproporcionadas de aquellos caballitititos de un carrusel y sus cuerpos solo unos palitos cualunques — ¡eso sí! — espadas en lo alto, en la mano de cada uno de los héroes villanos — incluso el generalito “mantel” Belgrano a quien llamaban con ese sobrenombre tan culinario porque tenía muchos comensales de poca argucia y poca monta y poca destreza y poca educación, que se limpiaban en él — incluso ese generalito que andaba dando vueltas y vueltas y vueltas montado en un caballititito aéreo emprestado por el dictador supremo — incluso él levanta su espada de derrotado — ¡es así, tan simple! — el texto garabateado con mierda es un documento rarísimo
siempre estuvo ahí pero quien podía verla aún no existía —
siempre es ahora —
en esta misma noche en la que sucede una Anunciación muy importante —
aunque la noche es una
y queda en medio de la quietud
y es presa cazada, y apresada es, en esa hoja pegada en la puerta de la Capilla de los Tres Mártires — en medio de la quietud — en la ciudad que es centro de este país absurdo e inexistente:
¡nossa! ¡Nossa Señora de la Asunción del Paraguay!
la noche atrapada en esa hoja albísima —
esa hoja blanca, blanquísima impoluta — pegada con cinta de embalaje sobre el vidrio esmerilado de la puerta de la Capillita de los Mártires — remedo de la puerta alta de dura madera que cierra la entrada de la Catedral — no sé si era o no la puerta de la Capilla o la mismísima puerta de la Catedral transfigurada en dos beatos y un Santo —
en ese panfleto
¡las llaves claves!
una fechoría más —
es difícil creer en lo que los ojos ven — pero en ese papel aromado, hediondo, repugnante, se podía leer todo lo que sucedió esa noche totalmente reposada, sin ningún tiempo sobre su superficie, aunque dispuesta como si fuese una extensión que se doblase sobre sí misma — ¡qué cosa mariposa! — ahora la vida, — tu vida incluso — puede extenderse hasta el infinito:
¡ndéra kóre pe kuatiá añá! —
* * *
NO: diálogo no — NÃO — no, acción no — NO – no no no, argumento no — NÃO — no, línea, no, mucho menos — NO — no, histórias no, de ninguna manera — NAÕ — perfiles psicológicos no — NO — nada de estructuras, no — NÃO — filminas no, es muy antiguo — yuxtaposición menos — artificios no no no — tarjetas no, no tiene chance — movimento sobre cualquier papel, no sé, no — la lengua sobre las cosas, no creo, no no — imágenes ensalivadas — ensalivar cada cosa — de las vivas — ensalivar cada cosa de las inanimadas — darles vida con la lengua — lacerar cada objeto — que viren animales — insuflar — esos despatarrados procedimientos para contar — NO — qué cosa — NÃO — contar no:
nahániri —
* * *
un ángel en suspenso: un Pájaro Sagrado —
kabure’í
murciélago vampiro en la puerta de San Cosme y Damián — santo santo santo — algo volador — un ángel suspendido en el aire pega con cinta de embalaje sobre la puerta de vidrio y metal de la Capilla de los Mártires,
una hoja de papel en blanco —
es hoy
en su propia mierda en un cuenco de barro crudo depositada — el dedo índice moja — superficie alba aquella y escribe sobre — con amarronado ungüento — una frase — una Oración — un Sermón — un poema — un texto — una proclama — un Auto de Fe — un veredicto — una monserga — una carta — una Premonición — una advertencia — un aviso — una Anunciación: algo volador — el ángel Wilson emerge desde el fondo del Mar Paraguayo —
che yukáta ndé tavy
su propia luz — la del ángel — todavía suspendido — escribiendo y ver permite los otros textos escritos del Sagrado Templete en la entrada — escondido entre el follaje — de la Iglesia del Cristo Rey en los fondos — terreno del Mártir, donde antiguamente estuvo —
la historia: los argumentos:
eso es lo que menos importa —
eso acontece en el tiempo: pasa y no queda nada —
Wilson soy yo —
yo soy el ángel —
los elementos de un escenario en el que soy protagonista voy a disponer —
hay una ciudad: Asunción — hay cuatro hombres jóvenes que han bebido cerveza demás — hay un automóvil cabrío en el cual el cabello no queda preso, sino libre en el viento — no hay tiempo — tampoco nombres para esos cuatro hombres — ellos han sido llamados por un batir de alas desconocido — son cuatro mares — ellos han sido elegidos para arrancar sus propios corazones — forma única, si hay, de escribir su Destino — un pereginaje también hay — apariciones — una noche entera con frente y fondo — bombardeos y muertos — fogonazos — todas las mancuernas innecesarias para el músculo tiradas por el piso — escenas también innecesarias — pequeños emperadores — incendios y pomberos — y si no alcanzare:
yapiró ndé túnare —
Wilson soy yo —
yo soy el ángel —
no escondo nada — me retiro a las sombras — me oculto en la escritura — si del diurno chisme alimento bocas — hay un secreto:
es bien sabido
que los hombres con Corazón solo pueden vivir la historia que ya fue escrita para sus vidas — en cambio el Destino hecho por sí mismos es diverso — tiene que ver con aquello que todos arrastramos más allá del Corazón — ellos van de correría, de fechoría, de aventura, de puro fuego, de incendio, de armas tomar, de cortes, de punzadas, de ser felices, de heridas abiertas, de combustiones, de choques y electrochoques, de camisas de fuerza, de aspiraciones, ellos van, siempre van — completamente libres — a ser libres — completamente libres hasta recuperar sus corazones y alcanzar lo que deban ser cuando amanezca —
hay un ángel llamado Wilson, ese soy yo, el que cuenta, aunque es imposible hablar de mí, porque si de mí hablo, las personas querrán perseguirme para siempre — si hablo de mí antes de tiempo sabremos los límites de la historia y las personas no son afines a que les sean revelados los finales — esos límites donde las cosas caen y se hacen verga — la única otra cosa que puedo revelar en este punto es que el lenguaje de este texto absurdo y poco creíble está hecho con mi propia lengua:
a Língua dosAnjos —