Las coronitas de novia son mis flores favoritas
aunque son poco funcionales
porque comienzan a perder pétalos
enseguida que uno las arranca de la planta
y esa actitud ya debe encerrar una metáfora,
los copitos blancos desparramados sobre el mantel
como una evidencia de la muerte
son mis flores favoritas porque en el hogar de mi niñez
crecían inmensos matorrales de coronitas de novia
o porque eran las flores favoritas de mamá
o porque encerraban una promesa en su nombre
como si pintaran un cuadro
el de una joven hermosa
caminando a un altar en medio del bosque
con un tocado exquisito de florcitas blancas
que dejaban caer
cada tanto
pétalos sobre el rostro aún soltero
pecas blancas bajo las sombras de los álamos
no sé
imagino eso
quizás también me gustan porque son flores de septiembre
y uno siempre ama aquello que existe
en la época del año en que nació,
quizás junto a mi cuna había ramos de coronitas de novia
no creo
pero déjenme imaginar
un bebé negrito en medio de una nube de flores blancas
como si fuera un bebé nacido en el Olimpo
o una de esas habitaciones de hospital de película
donde todos aman a la persona enferma
y se lo hacen saber rodeándola de flores muertas
porque todos están ocupados en estar presentes
no sé
no sé por qué me gustan las coronitas de novia
pero ya es septiembre
y es el momento de ir hasta la plaza a la siesta
y robarme manojos de flores blancas
que dejarán caer sus pétalos sobre el mantel
como un reloj de arena
como una clepsidra
como metáfora de la muerte
de todo lo que ya no existe ni volverá.
Del poemario Un bosque de flores (2021).