MAR DULCE

 

A Pablo Anadón

 

No es éste el mare nostrum sino el río infinito

que ha perdido una margen. El ojo ama la costa

que no está. Su fatiga

de mirar y no ver es nuestra justa pena.

No es una patria aquella bandera en la bahía.

 

Los hijos del dolor han tocado este suelo.

No es éste el mare nostrum sino el río extraviado

que ha perdido una orilla buscándose en la nada.

¿Qué embarcación podría con vida atravesarlo?

 

Pobres velas vacilan a lo lejos. Se entiende

que el horizonte 

 

es falso si no existe un destino,

certidumbre que preste refugio a la mirada.

No es el mar nuestro, es nuestro desorientado río.

 

De lejos viene el viento que no nos dice nada.