Una salida al pasto, una despedida, un auto, la muerte que aparece distante, pero visible. Eso es Acaso luz de Washington Atencio, su último poemario publicado por Hemisferio Derecho Ediciones. Es eso y tanto más porque la voz poética utiliza un lenguaje críptico, cerrado, breve como la respiración de un convaleciente. Los versos cortos evocan esa falta de aire, ese susto, el terror del abismo. Se reponen voces que la voz poética retiene como fotos antes-durante-después del accidente. Como memorias cortadas, fragmentadas aparecen esas voces, incluso la voz propia se siente ajena en algún punto: como si la voz poética pudiera verse en tercera persona, desde afuera, acostado en una camilla con suministro de suero.
Washington Atencio abre el espectro de sensaciones en la no-conciencia. Expande el sentido con muy pocas palabras: “qué fue del espacio/ del tiempo/ entre árbol y cama/ qué/ del oxígeno” sus poemas cortos van reconstruyendo los sucesos y nos introduce en la visión borroneada de las cosas; un accidente, la intervención médica, una voz que lo rescata. Y hay un cuerpo, estamos en ese cuerpo; la voz nos introduce en él, nos deslizamos en el sueño profundo que produce la anafilaxia, en las pulsaciones de un corazón enfurecido.
Los títulos de los poemas juegan un rol importante; Adentro, Afuera, Luz, Blanco, Durante, Después y sus repeticiones ordenan la lectura, nos posicionan, son coordenadas que necesita la voz poética para recuperar lo vivido. Se está afuera y dentro del cuerpo, la voz se volatiliza y comienza a jugar con el entorno, como si cambiásemos de punto de vista; vemos el cuerpo y somos el cuerpo. El blanco en la nada, una voz que se va. Luego se intenta reconstruir el accidente, la pérdida de conciencia. Se omiten preguntas, otras voces dan respuestas de qué nos pasó; términos médicos, inyecciones y Dios. Luego, la luz, una luz que irradia en el desmayo, que es amigable en la salida, en volver a la vida. Una luz que nos hace preguntarnos: esto que me pasó ¿fue como morir? ¿Acaso deseo morir?
Porque la voz poética no sólo intenta recordar, ordenar; reflexiona, duda, se cuestiona si lo sucedido no era algo querido, soñado. Incluso, por momentos, la obra entera parece utilizar un lenguaje ambiguo, un campo semántico en torno a lo erótico: “vaciaste/ tu aire/ / en mí”, “marco las venas/ / el líquido repta/ ciempiés / / la carne/ otra guarida”. La voz poética nos hace experimentar las contradicciones de un cuerpo que teme, acepta, seduce y esquiva a la muerte. Esa luz, lo blanco que aparece en varios momentos, lo vacío, lo carente, el silencio, son una revelación profana. Al igual que en Primero sueño de Sor Juana Inés de la Cruz, la voz poética sufre un accidente que no lo deja tranquilo. Sigue vivo, pero ha recibido una herida más brutal y profunda, encontró algo que se busca evocar. Es ese embrión informe de conocimiento al que se intenta llegar, que se escapa de sus recuerdos. El relato de lo sucedido sobre uno mismo, ajeno en la inconsciencia, es algo con lo que se debe seguir viviendo, una constante reconstrucción de los hechos.
Como en el videoclip “911” de Lady Gaga, la voz poética construye un verosímil propio a partir de la fragmentación de la conciencia. “Turnin’ up emotional faders / Keep repeating self-hating phrases / I have heard enough of these voices / Almost like I have no choice”, canta Gaga mientras sueña con un mundo de simbolismos donde el tiempo y el espacio fluyen de una manera ambigua. En el videoclip, mezcla, superpone, fusiona, realidad y ficción. En Acaso luz, sucede algo muy parecido; lo vivido está lejano, casi como un sueño. De hecho, el poemario también trabaja con lo sonoro. Si bien puede ser leído de forma lenta y mesurada, los versos cortos y la brevedad de los poemas nos invitan a una lectura agitada y furiosa, casi como en un relámpago, casi como gritar “I can’t see me cry / can’t see me cry ever again”. Pero volviendo a las imágenes que se evocan en este poemario, además de la inserción de otras voces, podemos notar la superposición de recuerdos y ver los giros que da la visión de la voz poética. Los tiempos pasado-presente-futuro se aúnan por momentos, se mezclan en la reconstrucción y juegan con la pulsión de vida y la pulsión de muerte.
En resumen: Acaso Luz de Washington Atencio es comparable al tipo de pensamiento modernista. El conocimiento se revela ante el sujeto, pero es un conocimiento vedado, un blanco que ciega; morir, resbalarse en el sueño y despertar nuevamente sin recordar la totalidad de los hechos es un fracaso. Pero todo contacto con el conocimiento es, a su vez, un robo “A veces pienso/ cómo será morirse/ la marca en el cuerpo/ dejarse caer/ acaso luz” que nos acerca, un poco acaso, a esa luz.
Tomado de: https://medium.com