LA PÍCARA SOÑADORA

Zapatitos de cristal

 

Son días extraños.

Mi calma cojea

mientras me acomodo

a los rumores del verano.

 

Nunca serví

para estar

a medias

aquí.

 

Siempre estoy a punto

de volver a palacio

descalza y pobre,

preguntar

quién soy.

 

 

Me comporto

como la niña

cuando ha perdido

sus diarios íntimos.

 

Desconozco los órdenes

que me atraen,

me sumerjo en la pastosa

sustancia del mundo.

 

 

Todavía mis ojos

van más lejos

que mi cuerpo.

 

Aunque pase

otro siglo

después del beso,

jamás me acostumbraré

a estar despierta.

 

 

Caperucita roja

 

No se me ocurre

dónde estoy. 

 

Las luces 

no tranquilizan,

al contrario.

 

Cómo puede 

una niña saber 

qué es el espacio 

sin ser dejada

en el espacio.

 

¿Cómo puedo esperar

otra cosa a no ser

por la réplica de un misterio

que se parece al mal

pero no tiene causas?

 

A nosotras nos fue dada

la inocencia,

el desconcierto.

 

Para atravesar el bosque

sólo se necesita

no conocer

ningún bosque.

 

En minúsculas 

desciendo

otro escalón.