Prólogo
- ¡Despierta!
- ¿Qué?
- ¡Despierta de una buena vez!
- ¡No! ¡Déjame! Déjame soñar, aunque sea mi sueño. Deja que mi imaginación sea un burbujero, como esos que ofrecen en las jugueterías, que inunde el aire de burbujas de esperanza.
- ¿Estás enojado?
- No. Para nada. Al contrario, estoy feliz porque intento algo maravilloso, avanzar en una “vida sin fronteras”, donde ir de un lado al otro no signifique ser un linyera sino compartir una idea “única”.
- No entiendo demasiado. Cuéntame algo más.
- Tal vez sirva un ejemplo del pasado. El gran José Gervasio Artigas cruzó el “Salto Chico” junto a su pueblo. ¿Cómo no vamos a poder hacerlo nosotros 200 años después?
- Aaah! Te refieres a la integración entre Concordia y Salto… He escuchado decir tanto al respecto pero… siempre nos quedamos a mitad de camino… ¿Tienes alguna idea superadora?
- Varias. Muchas. Por ejemplo, un “parque de ocio”.
- Ese nombre impacta aunque no termino de imaginar de qué se trata.
- Ya te voy a contar. Para eso es este libro. Lo que te puedo asegurar es que transitar el “Parque de Ocio Binacional” será algo mágico, que nos permitirá sintonizar con historias de gigantes que pasaron por aquí. Como Saint Exupery y su “Principito”, por ejemplo, aterrizando de emergencia en la zona de San Carlos. Y, fundamentalmente, con “el Protector de los pueblos libres”, que nos inspira ¡libertad! e ¡igualdad!
- Suena fascinante ¿Y por dónde empezarías? ¿Cuál podría ser el primer paso?
- ¿Por qué no armar algo que haga las veces de motor o de usina, que potencie la idea y la lleve adelante? Como una oficina, que día a día haga las veces de un látigo que nos empuje hacia el objetivo. Sería una especie de “agencia transfronteriza”. Pero, ojo, no con dos delegaciones sino con una, para hacer más real el espíritu integrador.
- ¿Y al turista, cómo le haces entender esto de la unión entre las ciudades? ¿O cada cual sigue en la suya atendiendo a sus visitantes?
- Crearemos un “Centro de Orientación Integrado al Visitante”. Y si a eso le sumas un “puente vecinal peatonal” que te renueve la energía, con un “paseo de la integración” donde todos tomemos mate con yerba compartida. Y todo esto con bicicletas que se puedan alquilar con “patentes de ciudad única”, que te trasladen de manera saludable.
- ¿Y los controles?
- ¡Déjate de controles! ¿No vamos hacia el año 2030? A lo sumo, apliquemos tecnología ya existente para un control digitalizado de las personas, pero que no moleste ni signifique una barrera.
- Tu imaginación vuela alto realmente.
- ¡¿Cómo no volar si vivimos a orillas del gran Rio de los Pájaros?! Y hablando de volar… ¿Te imaginas un “pájaro robótico” en el cielo de “ciudad única”, saliendo desde una rampa, de puerto a puerto, cantando “chua, chua, chua, ja,ja,ja”…Sería un atractivo que nos distinguiría mundialmente.
- ¡¿Pájaro robótico?! No termino de entender pero suena extraordinario y misterioso.
- En el libro descubrirás de qué se trata. Es un “misterio” perfectamente realizable.
- ¿El deporte tendrá su lugar en esa “ciudad única” de la que hablas?
- Sí. Juguemos una partida de “ajedrez acuático” en el medio del río, por ejemplo. O el “rally de la integración”, cruzando de un lado al otro con pilotos “únicos”.
- Tu cabeza es una ametralladora de ideas. Te vas a quedar sin municiones…
- Otros también tienen grandes ideas. Por ejemplo, la “esclusa de San Antonio”, algo fabuloso que se le ocurrió a un ingeniero de Salto, para unir el río con el lago. Ves, ¿te das cuenta? UNIDAD. De eso se trata, de unir.
- ¿Y los medios de comunicación?
- Es el condimento que aún no te mencioné. Podríamos instalar una radio flotante, que transmita desde el río y el lago, una embarcación emisora, con móviles en ambas márgenes.
- ¿Un móvil con una hora de diferencia con el otro móvil? Complicado.
- Bueno, digamos que ese es un tema a solucionar. “Ciudad única” tiene que tener siempre la misma hora. Eso también la distinguirá: un año se respetará la de Argentina y la siguiente la de Uruguay.
- ¡Hey! ¡Hey! ¡Despierta! Todo lo que planteas suena maravilloso pero… aún no sé quién eres…
- Soy José Antonio Pérsigo, el autor de este libro. Un placer hablar contigo, pero…tampoco yo sé con quién estoy hablando…
- Soy tu lector.
- ¡Eres mi lector! ¡Qué emoción! ¡Qué honor tan grande que te atrevas a bucear en las páginas de mi libro! ¡Bienvenido y un millón de gracias por atreverte a soñar conmigo la “ciudad única”.