REFRÁN

 

 Porque has dicho:

“El que mucho abarca poco aprieta”.

¿Aprieta qué?

Aprieta el acopio de las cosas.

Quisiera en cambio no poseer nada

más allá del secreto silencioso de las lámparas.

Aprieta tú en tu mano

aquello que adquiriste.

Aprieta lo especial, lo que autoriza,

aprieta tú el sumario

y déjame abarcar la nube,

la rama, el rumor de los cables,

el vuelo, el mar,

la receta del bizcochuelo,

los bolsillos del niño

y también el cobro de la quincena.

Déjame abarcarlo todo

y no retener nada

ya que debo irme con las manos vacías

como vine.

Te dejo medir el gesto que conviene,

acumular los recibos y las planillas.

Me encontrarás en el frigorífico,

en la simetría de las plumas,

en la cantera, en el motor, en el basket,

en la exposición de grabados,

en el mate con desconocidos,

en la charla con el guarda,

en el derrumbe de las jerarquías

o mirando el cielo de noviembre

cuando es de día a la salida de la oficina.

Mi respuesta tiene la única vulgar certeza:

dentro de cincuenta años,

todos los de mi edad estaremos muertos.

Y tu cargo será ocupado por otro,

y mi libro será leído por otro.

Déjame pues.

Mientras,

déjame terminar de leerlo.

Para ir abarcándolo todo

para ir cada día

apretando en mis manos menos cosas.