EL APACIGUAMIENTO DE LAS COSAS

 

Todo está en calma.

Doy una última mirada al cuarto:

si muriera esta noche

mínimas serían las dificultades que siguieran.

No hay nadie ya despierto

y he concluido la última anotación

de lo que haré mañana.

Todo está encarpetado,

no hay ningún ángulo que sobresalga.

Casi no hay objetos redondos.

Los piolines en su sitio

y los suicidas sonriendo tras los vidrios.

Este poema es lo único que da

la clave de la madeja:

“Los monstruos, bien peinados, por dentro”.