Detrás de mí,
detrás de ti
la ordenadora dobla las camisas,
mete de nuevo las llaves en los bolsillos,
propone la medicina necesaria.
Detrás de ti,
de mí,
la que adivina.
Sólo que el niño ya no cree
en su receta favorita.
Te tiende la mano.
Pero delante tuyo están las voces,
delante de mí está el silencio.
Madre:
no te preocupes;
deja que advenga el caos.