Llueve
y el ruido del agua es como una caricia
que me arañara toda.
Tengo el cuerpo tenso
en un erizamiento de deseo,
y estoy esperando
el minuto de tocarte
con mis dedos enloquecidos.
No quieras saber si te quiero,
acepta mi ternura,
acepta esa locura de besarte,
de acunarme junto a tu pecho,
sin que busquemos palabras
—siempre torpes y envejecidas—
para cantar la sed de nuestros cuerpos.
Somos jóvenes,
tú tienes una novia,
yo, un muchacho de ojos negros,
pero hoy quiero dejar de decirte "amigo'
para que confundamos nuestra ansiedad
sin preguntarnos nada,
porque es llegada la hora de acariciarte
con mis dedos sedientos
y de empequeñecerme
ante la maravilla de tu cuerpo
fuerte y bello.
Podemos cantar,
meciendo nuestra alegría de hoy
con el ritmo de la lluvia.
Yo estaré acurrucada entre tus brazos
sin pensar en nada
y tú te dejarás arrullar
por mi ternura,
florecida en mi boca, en mis ojos,
y en cada pedacito de mi ser.
1933
De Poesías Inéditas; Poemas II (1933-1943)
De: Pueblo 1933-1936”