Para Domingo Carriquiri
Te pienso desde mi honda ternura desvalida
y ahora sé que te fuiste definitivamente.
Me quedé con las manos pobladas de caricias
y abrigaba en la espera todo un fervor de ansias.
Te miraba tus dedos que despiertan locuras,
tu boca y tu cabeza, tus brazos y tus ojos.
¡Oh, quemar en tres días una esperanza cierta
y quedarme tan sola con mi inútil cariño!
Sabía que en mi vida tú no podías ser
esa presencia viva que aliviana los días
pero pensé que habría otras jornadas plenas
y soñé muchas horas una dicha más íntegra.
Desde mis dudas, desde no sé qué íntimas preguntas
aprendí a imaginar que lo nuestro se iría
como se van las hojas o se mueren las flores
con un inevitable destino que las signa,
pero seguía creyendo que había de ser más lejos
y que tendría tu cuerpo todavía a mi lado.
Me he quedado tan sola soñando con tu boca.
Llegaste, te alejaste. Y hubo sólo silencio.
Y mientras cada día aumentará distancias
te dejo estas palabras y albergo tu recuerdo.
Enero 17/937