CONCORDIA EN ESTE MAYO

 

Por la ciudad a pie bajo la lluvia

la tarde de domingo agonizante

quiere buscar su norte. El sur la llama

con tu voz, voz que suena

sigilosa en los árboles dolidos,

oficinas sin nadie

y talleres que emanan grasa negra

y cansancio; detrás, como un espectro,

la estación, hace tiempo abandonada,

donde la Virgen de Luján reposa

como un cadáver entre falsas flores

y no hay un tren. Todas las vías son

vías muertas. Por ellas nadie viene,

ni tu cara, cansada por el viaje

y feliz de volver. Porque este viaje

es sin retorno. Nunca volverás

a la ciudad maldita.

                                      Yo divago

por las calles, a pie bajo la lluvia

y todo lo que miro son apenas

huellas de una fantástica derrota

que huele a hierro y a desolación.

Crecí en esta ciudad y acá me he vuelto

casi viejo. Las luces en la calle

mojada reptan como un espejismo

visto ya tantas veces que no engaña.

 

Vuelvo al lugar de donde no he salido.

Recorro siempre el mismo, eterno círculo

por la ciudad, a pie, bajo la lluvia.

 

Concordia, mayo de 2000