VIEJOS SERMONES

LA MUERTE DEL CISNE


En un largo alarido de tristeza 
los heraldos, sombríos, la anunciaron, 
y las faunas errantes se aprontaron 
a dejar el amor de la aspereza. 

Con el Genio del bosque a la cabeza, 
una noche y un día galoparon, 
y cual corceles épicos llegaron 
en un tropel de bárbara grandeza. 

Y ahí están. Ya salvajes emociones, 
rugen coros de líricos leones 
cuando allá en los remansos de lo Inerte, 

como surgiendo de una pesadilla, 
¡Grazna un ganso alejado de la orilla 
la bondad provechosa de la Muerte!