Se levantaron de la mesa
y fueron a ver el vestido
de la novia:
¡Qué lindo estaba,
tan blanco; tan blanco! ¡Qué lindo!
¿Y la novia? ¡Ay, la novia! ¡Cómo
tenía de alegre la cara!...
Todos los ojos la miraron
y ella se puso colorada .
"—¡Señora, señora!—"
Le llovieron
las alusiones y las bromas
de las muchachas. ¡Qué palabra,
qué palabra tan dulce!: ¡novia!
Alguna recordó entre burlas
ingenuas lo del primer beso:
"—¡Había que verla, muchachas!
Valía la pena, por cierto".
Y cuando empezaba:
"—Una noche..."
Se le heló en los labios la risa.
¡Ave María! ¡De qué modo
más raro miraba la prima!