¿En qué viene el amor cuando viene?
¿Cómo es mío en el alma?
Yo me digo: es pupila y estrella;
Cuando vino, ya estaba…
¡Sólo formas nos llegan de fuera,
A llenarse de vida en la entraña!
A orillas de un gran río,
Un corazón en su mañana…
Tierra de las colinas
Que suben a ser barrancas,
Para mirar las islas de los sueños,
Siempre más allá del agua…
¡Ciudad de la luz primera,
Paraná bienamada!
Cuando nacía el verso
Tuvo sentido la fragancia.
El amor, por entonces,
Endurecía poco a poco sus alas.
Jazmín del país tan puro,
Pequeña magnolia apasionada,
Salían a la senda de los besos
En la tarde romántica.
Y así llegó el instante
De fijar una forma la mirada,
De cincelar un nombre la estrofa,
De dividir en dos la esperanza.
¡Y llegó el azahar que se lleva
Todos los besos en su ropa blanca;
Puente y paso de un sueño,
La novia, la mujer, la casa!
II
Después…sólo el recuerdo y la semilla.
Desde el ciprés que corta la distancia,
La soledad del brazo,
El descenso fatal acompañaba;
Pero fue que en la tarde, no muy tarde,
Recibí del amor la última gracia.
Ella vino del río,
De las colinas de la infancia,
Lejanamente llenas sus pupilas
De ceibos, madreselvas y retamas…
¡Dos impulsiones de un destino
A cumplirse al final de la jornada!
Donde el aroma es música
Y el color se hace tiempo y canta,
El verso está en familia de belleza,
Ritmo del pensamiento y la palabra.
Miel del mundo pequeño
En el alveolo de su abeja dorada;
Fondo nocturno del consuelo
En la caída del rocío y la lágrima…
III
Soplamos juntos la ceniza,
El verso ardió en brasas.
Tan vivo como ayer…¡Esto es la gloria,
Dijimos, lo que el tiempo no apaga!
Novia ideal de los veinte años,
A un tiempo presente y lejana,
Sólo al canto inmortal concedía
El honor de besarla…
Oro de la tarde, su anillo;
Tal vez la Muerte, la desposaba;
¡Un enlace de sombras
Para irse y quedarse en las barrancas!