Vengo del centro de una estrella…
(El Todo sin el Todo es la Nada).
Traemos en esencia
El secreto inicial en las entrañas:
Dios en las siglas del misterio,
Inaccesible a la palabra.
Después…en lo incontable, más allá de los números
los días de la Tierra,
y las horas del Hombre, la vida
Del pensamiento en la materia.
La luz espiritual que vuelve
A la conquista de su estrella;
Calor que enciende el alma
Con el amor que la encadena.
II
Arde al fin, encendido
De lejanía cósmica el poema.
Margarita estrellada de mi verso
Duplica su lejana compañera.
Cáliz transfigurado
Por el ordenamiento y la belleza;
Flor del alma del hombre
En el jardín universal abierta.
¡En el verso el sentido de la vida!
La esencia original está en su copa.
Como medida en el impulso libre
La idea justa su collar denota.
Música en la palabra, el sentimiento
de las correlaciones armoniosas.
Voz en la melodía,
Casi el aroma y el color; la honda
Raíz que se define
En la culminación de la corola.
III
Lo que llevo del mundo y de la estrella
Se irá de mí, se detendrán mis pasos.
Nada más…Sólo un alma deshojada,
Sólo el recuerdo de algo
Que se fue para siempre, la ceniza
que cubre los caminos del pasado…
Ventana azul sobre el follaje verde
Abre del hijo la querida mano.
Porvenir de la carne y del espíritu
Sólo en el germen del amor guardado.
Ala y temblor del hombre pasajero
Quedan en la armonía de su canto.
Vuelan hacia el olvido
Que apagará el temblor y el aletazo.
IV
Nada más…La estructura
Deshecha en lo infinito…
Lo que pasó era todo,
Caudal y sombra, el tiempo y el camino.
El bien de la existencia
y existir… es lo mismo.
La suerte es nuestro traje de la vida;
El bien y el mal, la ropa del destino.
Juventud vertical, casi sin sombra,
Vive su plenitud de paraíso.
El alba sube en la cabeza rubia;
Son diamantes los ojos del rocío;
Plata lunar para labrar un sueño;
Verso y amor cantando en los racimos;
Madrigal que aletea en la cintura
Por subir a la gloria de dos nidos…
¡Hermosa juventud de las pasiones
En la embriaguez del sacrificio…!
La vida de la muerte, la del dolor sin nombre;
Bien y mal confundidos;
Sócrates, la enseñanza y la cicuta
Como en un solo filtro.
Negra altura del Gólgata;
Las alas del Maestro
Para diseminar un Evangelio
En la entraña revuelta de los siglos…
Y Ella, la Única, la Vida, nuestra Vida
El panal y el veneno de lo tuyo y lo mío.
¡Luz en los ojos y en la frente, hermanos;
Hagámosla mejor, sentencia el juicio!
Última página de su poema de despedida,
escrito en Bs.As., el 7 de octubre de 1968