Prólogo a su libro: "En la luz de París";
Ed. Francisco A. Colombo, Bs. As.,1964/65
«En París»
Estos poemas han sido escritos entre septiembre de 1964 y noviembre de 1965, meses que viví en París. Quizás por ello pertenecen a París. Si se está vivo se reacciona al ambiente. El libro consta de dos partes. La primera formada por breves poemas anecdóticos, expresamente anecdóticos, Creo que la anécdota humana es una máscara tras la cual la Verdad nos dice algo. Quizás diferente a lo interpretado. Así como tras cada fenómeno hay una ley general. Conocida o no. La segunda parte está constituida por extensos poemas, varios de ellos dedicados a buscadores o difusores de la Luz, Dios, el Hombre de mañana, como desee denominarse. El Dios de Einstein era la última ecuación a resolver. Para los quechuas, el sol, etc. Inmanente o trascendente, la Luz existe, puesto que tendemos hacia ella. Al menos existe esté tropismo humano inevitable.
Algunos poemas conservan palabras francesas. Hay pocas. Todo lenguaje es una manera de pensar, de sentir. Toda traducción, por perfecta que sea, es doble traición. De concepto y de sonido.
El libro debería estar dedicado a la Ciencia-Poesía en la que he creído desde adolescente. Este mundo material es símbolo. Lo saben los sabios atómicos. Lo saben los auténticos poetas. Pero prefiero dedicar este libro a la criatura que amé en París, con la que conviví largos meses, en mi buhardilla de sexto piso con ventana a los tejados del quartier Latin. Se llamaba Balatín y era un gato. Pardo, ojos verdes como todos. No trato de ser original. Trato de agradecer al misterioso animalillo la felina ternura con que aguardaba mi regreso de la biblioteca o la editorial. A Balatín le hablaba en argot, el del quartier que habitase. La dedicatoria va pues, en argot y en castellano, y dice:
A Balatín
mi amigo de París
que tal vez me amó
o quizás a mi chambre
Greffier
petit roi de l'altitude
gato.
Emma de Cartosio
Ed. Francisco A. Colombo, Bs. As.,1964/65
«En París»
Estos poemas han sido escritos entre septiembre de 1964 y noviembre de 1965, meses que viví en París. Quizás por ello pertenecen a París. Si se está vivo se reacciona al ambiente. El libro consta de dos partes. La primera formada por breves poemas anecdóticos, expresamente anecdóticos, Creo que la anécdota humana es una máscara tras la cual la Verdad nos dice algo. Quizás diferente a lo interpretado. Así como tras cada fenómeno hay una ley general. Conocida o no. La segunda parte está constituida por extensos poemas, varios de ellos dedicados a buscadores o difusores de la Luz, Dios, el Hombre de mañana, como desee denominarse. El Dios de Einstein era la última ecuación a resolver. Para los quechuas, el sol, etc. Inmanente o trascendente, la Luz existe, puesto que tendemos hacia ella. Al menos existe esté tropismo humano inevitable.
Algunos poemas conservan palabras francesas. Hay pocas. Todo lenguaje es una manera de pensar, de sentir. Toda traducción, por perfecta que sea, es doble traición. De concepto y de sonido.
El libro debería estar dedicado a la Ciencia-Poesía en la que he creído desde adolescente. Este mundo material es símbolo. Lo saben los sabios atómicos. Lo saben los auténticos poetas. Pero prefiero dedicar este libro a la criatura que amé en París, con la que conviví largos meses, en mi buhardilla de sexto piso con ventana a los tejados del quartier Latin. Se llamaba Balatín y era un gato. Pardo, ojos verdes como todos. No trato de ser original. Trato de agradecer al misterioso animalillo la felina ternura con que aguardaba mi regreso de la biblioteca o la editorial. A Balatín le hablaba en argot, el del quartier que habitase. La dedicatoria va pues, en argot y en castellano, y dice:
A Balatín
mi amigo de París
que tal vez me amó
o quizás a mi chambre
Greffier
petit roi de l'altitude
gato.
Emma de Cartosio