LA TÍA EUDUVIGES Y CEFERINO NAMUNCURÁ

De: "8 Cuentos Octogonales"

Editorial Nueva Impresora. Paraná. 1966

LEANDRO se echó ligeramente hacia atrás en la silla y dejó que el cigarrillo se consumiera por unos instantes entre sus dedos inmóviles. Miró cómo el humo se entrelazaba al elevarse tan caprichosamente, como la indolencia que reinaba en aquella mesa del café "Florida".

-No se vé un alma en la calle -acotó Florentino.

Los otros dos asintieron con un ligero movimiento del mentón. El tiempo languidecía en la 'Soledad de la siesta y en la penumbra del café. Guillermo, el tercero de los ocupantes de la mesa, bostezó despreocupadamente.

-¿Cómo era que se llamaba esa tía tuya? -preguntó de repente Leandro, aportando una ligera animación al grupo -¿Cuál, che? -interrogó a su vez Florentino.

-Esa, medio "santulona" ...

-Euduviges.

-¡Euduviges...! ¡Mirá que le tuvieron bronca los viejos para ponerle ese nombre!

-Antes se usaba -protestó el aludido, encogiéndose de hombros.

-¿Solterita, no?

-Soltera, efectivamente.

-También,  ¡con ese nombre! -Leandro se sintió reanimado al haber encontrado tema de conversación- Los candidatos tienen que haberle disparado cuando se enteraban.

-Sin embargo, fue una magnífica mujer.

-No te ofendás, viejo. Si eso no te la discuto.

-Como vos estás "cargando"…“y la pobre ya murió.

-¿Murió? -preguntó Guillermo, a los fines de intervenir en el diálogo.

-El año pasado.

-Vos me contaste algo de la historia esa, de que la había matado Namuncurá.

-Bueno, algo de eso hubo...

-Contalo, que acá Guillermo no conoce el asunto -Leandro se volvió al aludido-¡Escuchá bien, que esto es grandioso!

El mozo trajo otros tres lisos, quedándose en las cercanías para escuchar el relato. Disimuladamente pasó el paño rejilla sobre el mármol de las mesas vecinas.

-Verán ustedes... -dijo Florentino, haciéndose el pulcro- ... mi tía Euduviges...

-¡Con ese nombre! -y Leandro no pudo contener una carcajada.

-¡Bueno, si no dejás de burlarte, me quedo callado y listo! -exclamó enojado, sabiendo de antemano que igual iba a contar la historia.

-No, está bien. Seguí.

-Ella tenía una pieza en la casona donde vivíamos con los viejos. En esa pieza había de todo: lámparas del año de "ñaupa", mates, chucherías de toda clase y qué sé yo cuantas cosas más. Lo más importante de todo lo guardaba en el primer cajón de una gran cómoda de roble: cartas de amor, medallas, estampitas de todos los santos habidos y por haber, monedas, naipes para adivinar la suerte, para jugar al "chinchón" y a la "escoba".

-Era el cofre del tesoro de ella… -añadió sabiondo Guillermo.

-Algo así. Resulta que una noche se largó una tormenta feroz y para empezar se cortó la luz. Nosotros estábamos cenando en la cocina cuando se produjo el apagón. Mi tía le tenía pánico a las tormentas, pero con todo se levantó y a tientas fue a buscar la estampita con la imagen de Ceferino  Namuncurá que, según ella la protegería en la oportunidad. Volvió al rato, a los tropezones, pero con la estampita pegada sobre el pecho y rezando en voz alta. A la luz de las velas, asustaba verla así.

Florentino hizo un alto para tomar un trago de cerveza, en lo que fue imitado por Leandro y Guillermo. El mozo limpiaba ahora las sillas para no perderse el desenlace.

-¿Y…?

-Bueno, al rato no más se volvieron a encender las luces, con la alegría de todos, en especial de la tía, que exclamó contante que Ceferino Namuncurá la había protegido y, en eso, cuando ella se disponía a besar nuevamente la estampita lanzó un grito que nos asustó más que todas las tormentas juntas, se puso pálida y cayó seca, de un ataque al corazón.

-¡Se había equivocado de estampita! –intervino el mozo.

 Los tres se dieron vuelta y el hombre enrojecido hasta las orejas solo atinó a un…

-Disculpen...

Florentino retomó la palabra, satisfecho del suspenso provocado.

-No muchachos ustedes nunca adivinarán. Lo que pasó fue que la pobre Euduviges, que en paz descanse, le había estado rezando al as de copas….

 

(*) Voz de Roberto Romani para  "Antología de Humor Enterrriano". Compilacion de Eugenia Faué. Programa Identidad Entrerriana. Gualeguaychú. 2009