Renuncio
pronto y desgarrado
cuando aún tus manos
calientan las mías
palma con palma
cuando beso con beso
me pierdo en el charco de tus ojos
verde de vida
marrón de tormenta.
Todavía las marcas
en la arena fría
mi savia, tu sangre
en las rocas perdidas.
Dos perros, una novia
de corona torcida.
Renuncio.
Demasiada furia
para mi mano tranquila
demasiado ardor
demasiada risa.
Exceso de lava junta
para un pobre escriba
agricultor del papel
recolector de la cita.
Que otras aguas
apaguen esos fuegos.
Que otras manos den
El calor que no tengo.
(Soy dueño de playas solas,
de colectivos a la deriva.
De besos chicos en las calles
poco rosal y mucha ortiga.
Tengo verbos casi claros
y dolores semi-oscuros
verbos y dolores separados
que al nacer, nacieron juntos).
Aquí nos separamos.
Sigue buscando
el hastío del fuego.
Si las lunas te convencen
que ese río es vano, tonto, feo
vuelve a mi cauce tranquilo
a mi patio de espigas
a mi dolor, a mi huerto.
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